Novedad y sensibilidad
Residències musicals
Intérpretes: Sara Cubarsi, violín Lugar y fecha: La Pedrera (16/IX) Barcelona abre temporada musical. Comienza lentamente, sacudiéndose la inacción del verano, producto de una gestión política municipal que insiste en desconocer el carácter de esta ciudad.
Pero abrir temporada en La Pedrera ya es un buen signo. Claro está que no depende de la administración, sino de la iniciativa privada. Este notorio ciclo Residències Musicals, que desde hace años lleva adelante la Fundación Catalunya-La Pedrera, bien podría subtitularse Referències Musicals porque por él han pasado y pasan jóvenes músicos de alta categoría. Cada uno –en este año cuatro, uno de ellos es el compositor Joan Magrané– preparan tres programas de concierto, es decir un trabajo intenso durante el curso, amparados por la Fundació.
El comienzo no pudo ser más estimulante. Novedad con estilo y sensibilidad. Sara Cubarsi es una muy joven violinista (Barcelona, 1991) con una formación singular que abona su gran sentido musical. Hará aquí dos recitales más (el ciclo ocupa el tercer domingo de cada mes) estrenando en el último (19 de mayo) una obra de su colega “residente” Joan Magrané. El perfil de sus propuestas aúna música actual y del barroco, estilo en el que es una buena intérprete. En esta ocasión tocó de Heinrich Ignaz Biber tres de sus Sonatas del Rosario, obra cumbre, en un alarde de musicalidad ya que era una adaptación para violín barroco solo y, como debe ser, con cuerdas de tripa, presentes las necesidades de la s cordaturas y otras variables de afinación, con ornamentación clara, buen uso de la cuerda baja y armonías, y un exquisito resultado sonoro. Agilidad y mucha música. El ámbito de la afinación también es preocupación de Cubarsi como compositora. Su versión de esta ocasión para violín solo y cencerros de Exvot III, perteneciente a su serie para violín y orquesta de cámara, muestra su inquietud creativa en una búsqueda centrada en parámetros muy sensibles que priorizan la musicalidad a la ruptura. Dos buenas muestras de la creatividad actual como el Capriccio nº 4 de Sciarrino, obra que rememora el virtuosismo romántico en un lenguaje de síntesis, y la más sugerente Il sogno di Tartini del sueco Olofsson que trabaja en una línea expresiva del violín que acompaña una banda grabada, dieron cuenta de la buena técnica y conocimiento de esos lenguajes.
Quizá el factor común del recital ha sido la búsqueda, sensible y con recursos, lo que no impidió que desapareciese del recital una anunciada partitura barroca del veneciano Bassano, sustituida por una Folia espagnola del francés Jean-Pierre Guignon, felizmente interpretada a dos violines con la colaboración de Violeta Cubarsi, que asistía a su hermana desde el ordenador en las obras contemporáneas y en esta ocasión a cargo de un eficiente segundo violín. Un recital de esos que animan.