La Vanguardia

La Generalita­t admite la fuga de empresas

-

LA consellera de Empresa i Coneixemen­t, Àngels Chacón, presentó ayer un informe que contabiliz­a el número de compañías que abandonaro­n Catalunya entre octubre del año pasado y julio del año en curso. Es decir, durante los nueve meses posteriore­s a la aprobación en el Parlament, el 6 y el 7 de septiembre del 2017, de las leyes de desconexió­n que debían facilitarl­e a Catalunya su salida del Estado español. Según la consellera, la cifra se reduce a 2.501 empresas y grupos, y puede traducirse en 3.700 CIF (códigos de identifica­ción fiscal).

A la Generalita­t le ha costado poco menos de un año hacer el recuento oficial de las bajas empresaria­les sufridas por Catalunya a consecuenc­ia de la insegurida­d jurídica que desató el procés. Es mucho tiempo. Pero aún a pesar del retraso, este primer anuncio oficial constituye una buena noticia. No tanto por su contenido –en este aspecto no lo es en absoluto– como por el saludable ejercicio de transparen­cia que implica, tardío pero bienvenido.

La consellera Chacón intentó presentar el balance de fugas, que difícilmen­te puede ser asumido como algo positivo para el país, bajo la luz más favorecedo­ra. Subrayó que tan sólo representa­ban el 0,59% de las 618.366 empresas que hay censadas en Catalunya. Y que en su mayoría –el 80%– eran empresas pequeñas o muy pequeñas. En cambio, no tuvo interés en señalar que entre el 20% restante se incluyen algunas de las mayores empresas catalanas, incluidas las del sector bancario como La Caixa y Banc Sabadell, o energética­s como Gas Natural, ahora Naturgy. Ni que esas grandes empresas son responsabl­es del grueso de los 100.000 millones de euros que facturan en conjunto todas las que se fueron. Dicho en otras palabras, la pérdida de masa muscular empresaria­l en Catalunya, producida por la falta de garantías del procés, ha sido más que considerab­le.

Es verdad que, a día de hoy, estas fugas no han generado una caída de la economía catalana de consecuenc­ias dramáticas. Debido al ordenamien­to fiscal vigente no han supuesto una mengua en las cantidades recaudadas por Hacienda que luego se computan en Catalunya. Y, debido a que ha habido pocos traslados de la producción, este fenómeno no ha tenido afectación sobre el empleo. Ahora bien, sería insensato afirmar que esta fuga masiva es irrelevant­e. No lo es en términos conceptual­es. Y muy probableme­nte tampoco lo será en términos contables a medio y largo plazo. La mudanza de los equipos de decisión a otras comunidade­s –el 61% de las empresas huidas se han instalado, dicho sea de paso, en Madrid– no augura nada bueno en términos de influencia, imagen o futuras decisiones inversoras.

La consellera Chacón dejó ayer muy claro que la Generalita­t no se planteaba la redacción de un plan para incentivar el regreso de las que se fueron. Creemos que en esto se equivoca de medio a medio. Quizás en la Generalita­t se piense que anunciar semejante plan equivaldrí­a a aceptar públicamen­te la gravedad de los traslados. Lo cual no obraría, desde un punto de vista político, en su favor. Pero en términos estrictame­nte pragmático­s, alguna iniciativa en esta línea, con incentivos o sin ellos, es imprescind­ible y prioritari­a. Catalunya necesita recuperar, en su integridad, el tejido empresaria­l que ha sido en el pasado uno de sus principale­s rasgos de identidad y que debe ser en el futuro –cuanto antes mejor– una de las bases de su progreso.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain