La Mercè descubre el Besòs
El circo, la danza y la música desbordan los nuevos escenarios del parque fluvial
Los oscuros túneles de la ronda del Litoral atestados de vehículos y humo no hacían presagiar que a unos cuantos metros más arriba del hormigón y del asfalto, habría un tesoro natural. El parque fluvial del Besòs, entre el barrio del Bon Pastor y el parque del Molinet, es un verdadero oasis urbano que ahora, por primera vez en la Mercè, se ha convertido en un escenario novedoso de las fiestas. Luz contra oscuridad. Aire puro contra polución. Una segura apuesta ganadora que ayer atrajo a cientos de personas, sobre todo familias con niños pequeños, a disfrutar del agua –clara y con peces, por cierto–, el sol y los diferentes espectáculos organizados desde las doce del mediodía.
El programa de fiestas lo dejaba bien claro: “Venid con toda la familia, pero no os dejéis los manteles de cuadros porque en el cauce de este río podréis hacer el picnic perfecto”. Isabel y sus dos hijos, del barrio de Sants, se lo tomaron al pie de la letra. “¡Es de cuadros! –enseña– Hemos venido a disfrutar de la Mercè y a descubrir esta zona, que no la conocíamos. Después de ver las atracciones de feria de Antigua i Barbuda, los niños querían refrescarse en el agua”. Su pequeño Max chapotea feliz en una acequia lateral del Besòs, con poco más de un palmo de agua helada, y juega con trozos de césped a modo de mini barcos. Isabel apunta que “está muy bien que vayan descentralizando las fiestas. ¡Con el metro estás en un momento!”, exclama sonriente.
En un lateral del cauce, las food trucks ofrecen delicias que abren el apetito, mientras los niños juegan con unos originales juegos hechos con material reciclado. En el otro extremo, el animador Joan Nan Valentí presenta el espectáculo itinerante La Tartana, de la compañía Cíclicus. Unas notas de swing del grupo Masnou Orleans animan a un entregado público que empieza a asarse de con los casi 30 grados que caen al mediodía.
Al cabo de un rato, Nan Valentí anima a los presentes a que se trasladen a la sombra, donde hay montado un espacio para los acróbatas de la compañía etíope Fekat Circus, que sorprenden a todos con sus volteretas al aire, al estilo parkour.
A pocos metros, dos parejas de amigos; Òscar, Pamela, Pablo y Jaqueline, se sientan relajados encima de unas telas, mientras preparan el picoteo previo al picnic. Sus hijos, equipados con cañas de río, simulan que pescan felicidad. Òscar lleva 12 años viviendo en Nou Barris, después de Sant Andreu y de criarse en el Clot. Reconoce que el parque fluvial del Besòs es “un espacio brutal. Vengo a correr y en bici con mi hijo y hay seis quilómetros de recorrido al lado del río. La hierba está muy bien cuidada y todo está limpio. Los fines de semana igual se juntan unos paquistaníes jugando a críquet, unos marroquíes a fútbol… Todos se respetan”, reconoce. Los amigos debaten sobre el hecho que barrios como Bon Pastor están “considerados más marginales, de la periferia, y hay gente que no se acerca por las diferencias socioeconómicas. Pero nos parece un acierto que la cultura y la fiesta llegue a todos los rincones”, destaca Pamela. Pablo razona que “hay que evitar que la Mercè sea una fiesta segregada por estratos sociales. Es de todos y este es el camino”, apunta, convencido. A los pocos minutos, junto a sus hijos, los padres tienen los pies en remojo, salpicándose entre risas, y hacen equilibrios para que no sean las posaderas las que pasen por agua.
PARA TODOS LOS PÚBLICOS Los niños se entretienen con juegos reciclados mientras sus padres bailan swing
MÁS CERCA DE LO QUE PARECE Los asistentes reconocen que al Bon Pastor se llega en metro en un momento