La Vanguardia

Rodrigo Sorogoyen

El público recibe con sonoros aplausos ‘El Reino’, drama político y thriller frenético

- Fernando García San Sebastián

DIRECTOR DE CINE

En España estaba faltando una gran película sobre la corrupción política, y el director conocido por Tarde para la ira ha llenado el hueco con un filme, El Reino, que ayer mereció un sonoro aplauso en el Festival de San Sebastián.

Iba siendo hora de que alguien hiciera una buena película sobre la corrupción en España, un filme con un despliegue a la altura de las circunstan­cias. Hay un precedente más que apreciable en B., adaptación cinematogr­áfica de la obra teatral Ruz-Bárcenas, pero por desgracia la cinta pasó casi desapercib­ida. Ahora, Rodrigo Sorogoyen sí que ha hecho ese trabajo pendiente, a lo grande. Es El Reino, que ayer recibió un estruendos­o aplauso en su presentaci­ón en el Festival de San Sebastián. A partir de un guión más que sugerente de Isabel Peña y el propio realizador, y con un inspirado Antonio de la Torre como protagonis­ta junto a otros grandes como Bárbara Lennie, Josep Maria Pou o Ana Wagener, se trata de una gran producción respaldada por la Warner y Antena 3. El relato evoca la Gürtel y el caso Bárcenas, con guiños más que claros al respecto, pero encaja en otros casos e incluso en distintos partidos aunque los personajes y el estilo nos recuerden sobre todo al PP. El drama deriva hacia un vibrante thriller que le mantiene a uno clavado en la butaca durante más de dos horas. La película llegará a los cines el próximo viernes.

Manuel López Vidal (De la Torre) es un vicesecret­ario autonómico de partido que, justo en el momento más dulce de su imparable carrera, a punto de ascender y en pleno disfrute de su influencia, ve de pronto cómo todo se le viene abajo y hasta su libertad está en peligro a causa de unas filtracion­es sobre su implicació­n en cierto negociete más que feo. A la par que sus compañeros de organizaci­ón le dan la espalda, el hombre se ve obligado a emprender una frenética carrera contrarrel­oj para salvar el pellejo.

El tal Manuel es un tipo más bien corriente. No por casualidad. “Aunjustifi­car que al principio pensamos en inspirarno­s en Rodrigo Rato, enseguida nos dimos cuenta de que, para lo que queríamos contar, necesitába­mos alguien más parecido a Alfonso Rus (expresiden­te de la Diputación de Valencia)”, señala Sorogoyen a La Vanguardia. “Manuel es, debía ser, carismátic­o, humano, risueño y cercano”, añade Isabel Peña.

La idea, y segurament­e lo que hace que la historia funcione, era que el político corrupto fuera no sólo el protagonis­ta absoluto de la narración sino un personaje con el que el público pudiera empatizar. “Yo quería que el espectador, de manera inconscien­te y a medida que se viera sufrir cada vez más a Manuel, deseara que le salieran bien las cosas”, revela el director. Y ello sin ni mucho menos perdonar sus acciones, sino más bien al contrario. Porque, si bien la película se mete de lleno en el campo de ese corrupto y su entorno, en su casa, en las fiestas en el yate, en las riñas antes y después de la rueda de prensa y en definitiva en la trastienda de la política manchada de dinero sucio, el mensaje ético es claro. “Todos nos vemos en un momento de tentación en el que tenemos que decidir si aceptamos algo indebido, desde el dinero de más que un camarero nos devuelve –como hace un cliente en el filme– hasta una buena mordida”, indica Isabel Peña.

“Lo bueno de este oficio es que intentas comprender y no juzgar”, apunta De la Torre. “Creo que el político corrupto suele tener la sensación de que no le pueden acusar e incluso de que lo que está haciendo

El político corrupto encarnado por De la Torre es un tipo con el que el público puede empatizar cuando sufre

no está mal; o de que, aunque no sea bonito, es por un buen fin. Y, si al final le pillan, entonces se pregunta: ¿por qué a mí?”.

En la rueda de prensa posterior al pase de la película, Sorogoyen aclaró por qué El Reino elude concretar siglas, nombres y casos judiciales que sin embargo pueden asociarse fácilmente al filme. “No queríamos hacer la película de la corrupción de un partido determinad­o, cosa que nos parecía injusta, sino sobre determinad­a gente que habita las organizaci­ones políticas y sobre la corrupción en el sistema y la sociedad”. Para preparar el guión y las actuacione­s, los principale­s miembros del equipo asistieron al juicio del caso Gürtel y se entrevista­ron con implicados en causas de corrupción como Álvaro Pérez Alonso (El Bigotes), así como con políticos como Eduardo Madina, Alfredo Pérez Rubalcaba y –antes de su forzada dimisión– Cristina Cifuentes. También con la periodista Ana Pastor, a quien recuerda mucho la periodista que encarna Bárbara Lennie. Ella y De la Torre protagoniz­an un final espectacul­ar que en gran medida resume el sentido de la cinta. ¿Todos hacen o hacemos lo mismo? Tal vez unos más que otros.

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VINCENT WEST / REUTERS Rodrigo Sorogoyen (izquierda) y Antonio de la Torre, ayer en San Sebastián
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