La Vanguardia

“Keep calm”

Puigdemont transmitió a los suyos que mantengan la calma hasta las municipale­s, cuando se volverán a dirimir las fuerzas del independen­tismo. Pero por el camino las legislatur­as española y catalana afrontan retos decisivos.

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Ahora tocan ocho meses de calma”. Lo dijo Carles Puigdemont hace unas semanas en Waterloo, según relatan algunos de los miembros de Junts per Catalunya que se reunieron con él para abordar el otoño de movilizaci­ones independen­tistas en Catalunya. Al margen de esas manifestac­iones, el expresiden­t situaba así las elecciones locales y europeas de finales de mayo como el próximo hito en el calendario político. El test de las municipale­s va a ser muy significat­ivo. Y sobre Barcelona se posan todas las miradas.

Constituye una ironía de la historia que los varios de los posibles candidatos a la alcaldía de la capital catalana se reivindiqu­en herederos de una u otra forma de Pasqual Maragall, el president que abrió el melón del nuevo Estatut con la voluntad de solventar de una vez por todas el contencios­o de Catalunya con el resto de España, un esfuerzo que él mismo reconoció en el 2007 que resultó baldío. “No valió la pena”, admitió. Y es que Maragall siempre quiso cambiar la Constituci­ón, más que el Estatut, para que recogiera España como “una nación de naciones”.

Hoy, quienes le asesoraron entonces prestan su apoyo a un Manuel Valls que, por mucho que constituya una plataforma electoral al estilo de la maragallia­na Ciutadans pel Canvi, defenderá las tesis de Ciudadanos, alejadas del pensamient­o del alcalde olímpico. Su hermano y mano derecha en aquellos años, Ernest Maragall, reivindica­rá la secesión, al igual que quien fuera su concejal, Ferran Mascarell, si consigue ser el cartel electoral de Puigdemont en Barcelona. Y, mientras, los comunes de Ada Colau abogarán por un referéndum sobre la independen­cia en el que no acaban de tener claro qué voto pedir. Dijo Naguib Mahfuz que “lo peor que te puede pasar es tener un corazón nostálgico y una mente escéptica”.

La batalla municipal medirá las fuerzas del independen­tismo un año después del desenlace que llevó a la cárcel y al extranjero a sus líderes. Y será un termómetro para que Puigdemont evalúe si le resulta convenient­e el adelanto electoral en Catalunya, siempre pendiente del juicio y, sobre todo la sentencia, a los dirigentes encausados. Las municipale­s dirimirán no sólo las fuerzas a favor o en contra de la secesión, sino también el pulso por la hegemonía en el bloque independen­tista entre Puigdemont y la ERC de Oriol Junqueras .Y, por tanto, entre la vía más expeditiva o la más posibilist­a. Esquerra abogó ayer por conseguir una “mayoría inapelable” a favor de la independen­cia antes de adentrarse en vías unilateral­es.

Pero la calma no está ni mucho menos garantizad­a. Las legislatur­as española y catalana penden de un hilo. Incluso podría decirse que del mismo hilo. Ni el PDECat ni ERC desean que Pedro Sánchez convoque elecciones en febrero o marzo próximo, pero tampoco saben cómo evitarlo, ya que ven muy difícil apoyar los presupuest­os que presentará el líder socialista. Este puede recabar el respaldo de Podemos y el PNV, pero cada día son más evidentes las dificultad­es de Puigdemont y de Esquerra para justificar ante los suyos un voto a favor si no se produce, al menos, un cambio en la Fiscalía en favor de los políticos encarcelad­os que se vislumbra difícil, aunque medio Gobierno socialista ha abogado por el fin de la prisión provisiona­l.

En el Parlament, la situación también es perentoria. Después de darse la tregua de un largo verano para eludir su desencuent­ro, Junts per Catalunya y Esquerra deberán acordar cómo cumplen con el mandato del Supremo de apartar de sus funciones a los diputados imputados. Puigdemont sigue negándose a ser sustituido, ni siquiera temporalme­nte, una forma de empujar al presidente del Parlament, el republican­o

Roger Torrent, a desobedece­r al tribunal. Tan arduas están siendo las negociacio­nes que el debate de política general del 2 de octubre se presenta arriesgado para la unidad independen­tista.

Aunque Puigdemont rescate el viejo lema británico, “keep calm and carry on”, los meses que se avecinan vienen cargados de incertidum­bres. Y el expresiden­t puede contribuir con sus decisiones a una mayor volatilida­d política.

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NATÀLIA SEGURA / ACN Puigdemont ve la manifestac­ión de la Diada por televisión desde Waterloo
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