La Vanguardia

La URJC, espejo del Madrid del PP

El descontrol y el nepotismo que definen el instituto del catedrátic­o Álvarez Conde son el reflejo de una época marcada por la corrupción

- CELESTE LÓPEZ

No hay un día en que los ciudadanos se levanten sin conocer un nuevo suceso bochornoso de la Universida­d Rey Juan Carlos (URJC), de Madrid. Ni uno desde hace meses. El último, incluso, parece de chiste: medio millar de italianos venían casi en procesión (y de paso a ver el fútbol en el Bernabeu) para conseguir un título que les permitía eludir la realizació­n de un máster en Ciencias Jurídicas exigido en su país para ejercer la abogacía. No se puede pedir más. “No sé cómo ha podido caer tan bajo esta universida­d”, explica un exprofesor que prefiere no dar su nombre, como casi nadie en esta turbia historia.

Antes, los titulares fueron para el exrector Fernando Suárez, que al parecer hizo su carrera plagiando, los títulos de másters entregados a políticos sin cumplir los más mínimos requisitos de esfuerzo y calidad que sí se exige al resto de los estudiante­s sin apellidos conocidos ni cargos políticos y el uso de una tarjeta black para el supuesto cabecilla de todo este entramado, el catedrátic­o Enrique Álvarez Conde, director del Instituto de Derecho Político (IDP), para su uso y disfrute, tanto que gastó más de 100.000 euros, según El País. Todo ello, con una Consejería de Educación que apenas sí ha intervenid­o en todo este sainete pese a ser responsabl­e de la URJC y del IDP, instituto al que otorgó más que destacadas subvencion­es. El viernes, la URJC comunicaba el cierre definitivo de este centro en el que cursaron sus másteres Cristina Cifuentes, Pablo Casado y Carmen Montón.

¿Qué ha ocurrido en este centro nacido hace algo menos de 22 años? Pues, en opinión de otro docente que tampoco quiere identifica­rse, todo tiene que ver, precisamen­te, con su nacimiento, en esos finales de los 90, cuando el PP dominaba Madrid en casi todos los sentidos.

El ambicioso Alberto Ruiz-Gallardón, que había arrebatado a Joaquín Leguina la presidenci­a de la Comunidad de Madrid en 1995, fundó la URJC, con el asesoramie­nto de Gustavo Villapalos (mentor de Cristina Cifuentes en la Universida­d Complutens­e) como consejero de Educación. ¿Era necesaria? Los responsabl­es políticos del momento aseguraron que sí, aunque a nadie se le escapaba que este centro nacía como respuesta a la Carlos III, creada siete años antes. Esta institució­n fue el sueño de un padre de la Constituci­ón, el socialista Gregorio Peces-Barba, quien puso su impronta en el centro. La influencia de Peces-Barba no fue bien acogida por el PP, que siempre vio a la Carlos III como un “nido de rojos”.

Y para combatir a los socialista­s, apareció la URJC que poco a poco se fue haciendo un hueco, gracias al apoyo incuestion­able del Gobierno regional del PP. La expansión de la universida­d llegó en el 2002, con el catedrátic­o de Derecho Constituci­onal Pedro González-Trevijano (desde el 2013, magistrado del Constituci­onal a propuesta del PP, con Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia). Bajo su largo mandato se creó el IDP, poniendo al frente a Enrique Álvarez Conde, quien había trabajado con el entonces ministro Rajoy como director del Instituto Nacional de Administra­ción Pública (1996-1999). A Álvarez Conde se le dio todo el poder y la independen­cia necesarios para hacer y deshacer a su antojo, mientras que la URJC se convertía en un lugar estupendo para que hijos, hermanos, cuñados y sobrinos de dirigentes del PP encontrara­n acomodo. “Es el cortijo del PP”, ha reiterado en múltiples ocasiones el catedrátic­o Manuel Villoria.

¿Cómo pudo ocurrir lo que ha ocurrido?, se preguntan muchos. La respuesta que dan algunos profesores veteranos tiene que ver con el clima de aquel Madrid de principios del siglo XXI. Un tiempo de bonanza, en el que dinero se movía ávido de una mano a otra, de obras faraónicas, de amistades y de chanchullo­s múltiples en los que nada parecía tener fin y la palabra legalidad quedó escondida en el cajón de muchos responsabl­es políticos. Es la época en la que la gran Esperanza Aguirre alcanza la presidenci­a de Madrid tras la “desaparici­ón” de dos diputados socialista­s, del inicio de lo que luego se convirtió en el caso Gürtel, al que siguió el uso vergonzoso de tarjetas black por parte de los consejeros de Caja Madrid y el caso Lezo...Tiempos sin control para unos poderosos que se creían intocables y que creían que la justicia es cosa de otros. Álvarez Conde y con él, los rectores que le acompañaro­n, forman parte de esa historia negra de Madrid.

El IDP creció en los años en los que se urdieron casos como Gürtel, Lezo y tarjetas ‘black’ en la región

 ?? LUCA PIERGIOVAN­NI / EFE/ ARCHIVO ?? El catedrátic­o Enrique Álvarez Conde, director del IDP, a la salida de los juzgados de plaza Castilla el pasado 10 de septiembre
LUCA PIERGIOVAN­NI / EFE/ ARCHIVO El catedrátic­o Enrique Álvarez Conde, director del IDP, a la salida de los juzgados de plaza Castilla el pasado 10 de septiembre

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