Ser indígena
Ser indígena es un estado del alma”, afirma Carlos Bordón, uno de los entrevistados en el emotivo documental Comunidad serrana, un trabajo realizado por el Grupo Auxiliar en Producción Audiovisual del programa Centro de Desarrollo Regional de Río Ceballos. El breve documental, de apenas ocho minutos, plantea la revalorización de los morteros y las casas pozo de Cerro Azul, a orillas del río Chavascate, donde habitaron los indios comechingones, y lo hace mediante un relato que obliga a replantearse el tema del origen, de los antepasados, de la tierra en que uno nace y lo que hereda de ella.
He llegado a la Villa Cerro Azul, en la provincia de Córdoba, gracias a la hospitalidad de la familia Corallo, que me ha brindado su casa para alojarme durante los quince días que voy a pasar en esta zona de Argentina.
“Ser indígena es un estado del alma”. La frase queda resonando en mi cabeza durante días. La recuerdo a medida que paseo junto al río, veo los atardeceres, me acerco a los morteros –unas cavidades practicadas en las rocas por los indios hace más de diez mil años– y comprendo que la naturaleza tiene un mensaje que debe ser descifrado, una información que no hay que olvidar. El mismo Carlos Bordón, cantautor de músicas de raíz y carácter folklórico, sostiene que hay mucho de lo que desprenderse para dejar lugar a esos conocimientos que provienen de la tierra, lo que ya supieron otros antes que nosotros. Otros que respetaron el entorno, que vivieron en contacto con el sol, la luna, la lluvia, el barro, el sonido del viento, el canto de las aves, las propiedades de las plantas, el ritmo de las aguas del río.
Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que ser indígena significa ser “originario del país de que se trata”. Pero cómo reconocer el origen sin conocerlo. Cómo saber de dónde se viene si se tapó con guerras, invasiones, olvidos, cemento, instrucciones.
La comunidad serrana nos recuerda que todos somos indígenas. Recupera una identidad universal relacionada con lo más genuino de nuestra historia: lo que permanece o debería permanecer. Y lanzan su mensaje desde un lugar en el que, por las tardes, si se observa con atención, puede verse con claridad el motivo por el que el cerro recibió su nombre. En un instante lo cubre un increíble manto azul.