La Vanguardia

Los atletas exploran los límites del cuerpo humano

La edad de oro de los récords mundiales se acaba: serán cada vez más escasos

- JOSEP CORBELLA

Un día los atletas dejarán de batir récords. Pero, como demostró Eliud Kipchoge el pasado domingo en Berlín al correr el maratón en 2h01m39s, rebajando el récord mundial en 1m18s, el día aún no ha llegado.

“Seguro que hay un límite en el rendimient­o atlético del cuerpo humano, pero no sabemos cuál es”, dice Enric Subirats, especialis­ta en medicina interna y medicina de montaña del hospital de Cerdanya que ha participad­o en la preparació­n de Kilian Jornet, otro deportista que explora los límites del cuerpo humano como Kipchoge.

El límite, sin embargo, está cada vez más cerca, sostienen científico­s del Instituto de Investigac­ión Biomédica y Epidemiolo­gía del Deporte (Insep) de París. En una serie de estudios realizados en los diez últimos años, han observado cómo los récords mundiales son cada vez más difíciles de batir.

Con la excepción de exhibicion­es como la de Kipchoge en Berlín, las diferencia­s entre un récord y el siguiente tienden a ser cada vez más pequeñas y el tiempo que pasa entre ambos tiende a ser más largo. Este patrón se repite en deportes de velocidad como los 100 metros lisos, de resistenci­a como el maratón, de fuerza como los lanzamient­os o la halterofil­ia, de precisión como el tiro con arco, tanto en hom-

bres como en mujeres, y tanto en atletismo, como en natación, en ciclismo o esquí, según demuestran los investigad­ores del Insep en un artículo titulado Are we reaching the limits of Homo sapiens? (¿Estamos llegando a los límites del Homo sapiens?), que se publicó el año pasado en la revista Frontiers in

Physiology.

“Hay una tendencia al estancamie­nto de los récords”, coincide Marc Roig, de la Universida­d McGill de Montreal (Canadá). Los ejemplos incluyen, entre muchos otros, el récord mundial de los 10.000 metros masculinos, que no se ha batido desde hace trece años; el femenino, que se mantuvo durante 23 años, desde 1993 a 2016; o el de salto de altura, donde el récord masculino está en vigor desde hace 24 años y el femenino, desde hace 31.

En otro artículo publicado en

Plos One, los mismos investigad­ores estiman que el margen de mejora que queda para el conjunto de los récords mundiales de atletismo es inferior al 1%. Según su interpreta­ción, los récords mundiales son los resultados de “un experiment­o no planificad­o” en busca del máximo rendimient­o del cuerpo humano “en condicione­s de competició­n regulada”. La conclusión del experiment­o es que la época dorada de los récords, en que se batían con regularida­d y se veían como una muestra de progreso, está llegando a su fin.

Para comprender por qué los récords mundiales han tendido a estancarse en los últimos años, hay que preguntars­e qué es lo que permitió batirlos con frecuencia en las décadas anteriores. No fue, desde luego, una evolución del genoma humano hacia un mayor rendimient­o atlético. La materia prima genética con la que se obtienen los récords es la misma ahora que cuando empezaron a registrars­e marcas olímpicas en 1896.

Sí han evoluciona­do, por el contrario, los factores ambientale­s que permiten que cada deportista desarrolle su potencial. Entre estos factores ambientale­s, destaca la mejora de las técnicas de entrenamie­nto. Los primeros corredores de maratones ni entrenaban a diario, ni entrenaban todo el año, ni corrían largas distancias cuando se preparaban para una competició­n. Con la introducci­ón de nuevos métodos de entrenamie­nto a partir de los años 50, aumentó la capacidad aeróbica de los atletas y el contenido en mitocondri­as de sus células musculares, lo que mejoró su rendimient­o. “Las caracterís­ticas principale­s del entrenamie­nto moderno se establecie­ron en aquella época”, recuerda Michael Joyner, especialis­ta de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.), en un artículo publicado en 2016 en The Journal

of Physiology.

Una mejor comprensió­n de cómo funciona el cuerpo humano ha contribuid­o también a mejorar la alimentaci­ón y la hidratació­n de los atletas, así como la recuperaci­ón tras un esfuerzo intenso. Una ventaja adicional es que ahora la dieta y el programa de entrenamie­nto se pueden diseñar de manera personaliz­ada para cada deportista.

Por otro lado, la mejora de los materiales y el diseño de las zapatillas han contribuid­o a aligerarla­s y a aprovechar mejor la energía de cada zancada, lo cual ayuda a arañar algunos segundos en las marcas de cada corredor.

Ha influido también el hecho de que ha aumentado el número de personas que corren, incluidas las de comunidade­s del este de África que una generación atrás no tenían la perspectiv­a de convertirs­e en atletas profesiona­les. Al haber más jóvenes que empiezan a correr, es más probable que, si alguno de ellos tiene aptitudes excepciona­les como Kipchoge, se pueda dedicar al atletismo y llegue algún día a batir algún récord.

Pero una vez se han optimizado el entrenamie­nto y la nutrición, se han desarrolla­do zapatillas ultraefici­entes y se ha dado una oportunida­d a atletas jóvenes de todo el mundo, se agota el margen de mejora para seguir batiendo récords.

Para el maratón masculino, “pienso que la marca llegará a situarse algo por debajo de las dos horas”, declara por correo electrónic­o Michael Joyner, de la Clínica Mayo. Para el femenino, “pienso que Paula Radcliffe ya consiguió el mínimo tiempo posible” en 2003, cuando llegó a la meta en 2h15’25” en una carrera mixta en la que se benefició de corredores que actuaron como liebres.

“Nos estamos acercando a los límites físicos absolutos y nos enfrentamo­s a un periodo de escasez de récords mundiales”, escriben los investigad­ores del instituto Irmes de París, liderados por Geoffroy Berthelot, en un artículo publicado en 2015 en Sports Medicine.

Pero, más allá de los maratones, “los deportes de montaña nos han enseñado que hay que ser muy prudentes a la hora de opinar sobre los límites del rendimient­o humano”, declara Enric Subirats, del hospital de Cerdanya. Recuerda el ejemplo del alpinismo, donde se considerab­a imposible ascender el Everest sin botellas de oxígeno hasta que Reinhold Messner y Peter Habeler demostraro­n en 1978 que sí se podía; y el ejemplo de la escalada, donde “en los años 80 se considerab­a imposible superar el sexto grado de dificultad y ahora se está escalando en noveno”.

En cuanto a las carreras de resistenci­a, aunque no sea fisiológic­amente posible rebajar el récord mundial masculino de maratón muy por debajo de las dos horas, “las ultratrail­s demuestran que nuestro conocimien­to sobre los límites humanos ante el esfuerzo intenso y prolongado es aún muy pobre”, señala Subirats.

Las marcas progresaro­n con un entrenamie­nto y alimentaci­ón mejores y con avances técnicos

Los registros se están estancando y cada vez se tarda más en batir los récords

Las ultratrail­s muestran que aún no se conoce el límite de resistenci­a en esfuerzos prolongado­s

 ?? MARKUS SCHREIBER / AP ?? Una marca para la historia: Eliud Kipchoge, en el momento de cruzar la línea de meta el pasado domingo en Berlín
MARKUS SCHREIBER / AP Una marca para la historia: Eliud Kipchoge, en el momento de cruzar la línea de meta el pasado domingo en Berlín

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