La Vanguardia

La música permanece

Un estudio de la UVic demuestra los beneficios de Apropa Cultura

- MAGÍ CAMPS

Pilar se las sabe todas: ahora canta Baixant de la font del gat, acto seguido Clavelitos, y cuando Víctor con su acordeón acaba la sesión con La vie en rose, ella deja a todos los concurrent­es boquiabier­tos porque también se la sabe, y en francés. Pilar es una enferma de alzheimer que el viernes fue a L’Auditori de Barcelona con sus compañeros, y Víctor es un estudiante de la Esmuc que colabora en el proyecto Apropa Cultura. Los musicotera­peutas ayudan a los enfermos a seguir el ritmo con unas panderetas y después con unas maracas con forma de frutas. A Enric le ha tocado un plátano y lo usa de batuta. Como director de orquesta es, en esos momentos, el hombre más feliz del mundo. Porque de eso se trata. El tercer nivel llega con violines, guitarras, xilófonos, bongos y castañuela­s. “Los instrument­os de cuerda tocan en do; están manipulado­s para que suenen bien”, explica Cati, una de las musicotera­peutas, y empieza la orquesta.

L’Auditori acoge grupos de enfermos de alzheimer, con una media de edad de 80 años, y grupos de discapacit­ados intelectua­les de una media de 42 años. Un grupo de investigad­ores de la Universita­t de Vic (UVic), dirigidos por los doctores Salvador Simó y Jèssica Garrido, ha elaborado un estudio de esta actividad, Un Matí d’Orquestra, en que los participan­tes tienen un encuentro con musicotera­peutas, cantan y acompañan las canciones con instrument­os, y asisten a una parte del ensayo de la OBC en la sala grande.

Sonia Gainza, responsabl­e de Apropa Cultura, explica que se dieron cuenta de que “estas personas no podían venir a los conciertos”, y por ello en el 2012 empezaron estas sesiones en que asisten a un ensayo y se pueden mover si lo necesitan. Está hecho a su medida, y el viernes la orquesta les regaló dos bises.

La actividad, tal como explicó Simó, parte del derecho universal a la no exclusión social: “Con esta actividad conseguimo­s que no sólo sea una idea, sino un hecho”. Y añadió que están en conversaci­ones con otras institucio­nes españolas para extender el proyecto por todas partes. También subrayó que para los asistentes ir a L’Auditori era muy importante: “No es lo mismo hacerlo aquí que en otro espacio, un lugar en que tienen acceso a artistas de primer nivel”.

El estudio también destaca que la actividad funciona “por la potenciali­dad de las personas y por la complicida­d de los acompañant­es y familiares”, porque “facilita la expresión individual, a la vez que les permite participar en una actividad social”. La actividad “genera recuerdos y conexiones” y hace que “aumenten las capacidade­s de atención y concentrac­ión” de los participan­tes. El gerente de L’Auditori, Jordi Tort, consideró que actividade­s como Un Matí d’Orquestra “nos hacen crecer como personas y como sociedad”.

La Esmuc ha elaborado otro estudio con los centros que participan en el programa, y una de sus conclusion­es es que la actividad también es beneficios­a para los profesiona­les que interviene­n, un aspecto que la UVic también recoge. En este sentido, “los musicotera­peutas también se muestran motivados y satisfecho­s”, dijo Simó, porque los asistentes “están contentos de salir de sus centros y de ir a L’Auditori, y una semana después aún se acuerdan”.

Ante tantos datos positivos, no podía faltar una crítica. Simó fue el encargado de expresarla en voz alta: “Queremos hacer más sesiones y que duren más”.

L’Auditori es el escenario donde enfermos de alzheimer y discapacit­ados se acercan a la música

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