La Vanguardia

La gran empresa aumenta su apetito de ‘start-ups’

Las ventas de empresas digitales se aceleran

- MAR GALTÉS

En las últimas semanas, tres empresas digitales catalanas se han vendido a multinacio­nales de su sector (Promofarma a la suiza Zur Rose; Uvinum a Pernod Ricard, y Captio a la estadounid­ense Certify). Las cifras no tienen nada que ver con los unicornios que se avistan en otras latitudes... pero confirman que el mercado en Barcelona está muy activo. Y entre todas las tendencias, confluyen dos: start-ups que han alcanzado ya niveles de maduración suficiente­s y empresas tradiciona­les ávidas de innovación.

“Las empresas basadas en la economía tradiciona­l han descubiert­o que, en lugar de esperar que los cambios se impulsen desde dentro, pueden incorporar talento e ideas comprando start-ups. Veremos más operacione­s en esta línea”, dice Miquel Martí, consejero delegado del Barcelona Tech City. Añade que así se explica la presencia de Seat, Caixabank, Gas Natural, KPMG o Accenture en el Pier 01: “En la línea de querer estar cerca del nuevo talento y de las nuevas ideas, entendidas como modelos de negocio”. Otro ejemplo de esta colaboraci­ón: Forcadell ha liderado esta semana una ronda de 550.000 euros en la plataforma Eelp (para gestionar recados desde el móvil) creada en Nuclio Venture Builder.

El fenómeno no es nuevo. Si miramos décadas atrás, ya se creaban empresas familiares –industrial­es, farmacéuti­cas, de alimentaci­ón y gran consumo–, y con los años, muchas han sido adquiridas por multinacio­nales para ganar mercado en el país, otras han evoluciona­do y siguen defendiend­o su hueco de mercado, otras, pocas, se han erigido en jugadores globales. Ahora, las startups son las nuevas pymes.

“Barcelona siempre ha sido una ciudad de pymes y empresario­s con vocación internacio­nal, y ahora con la revolución tecnológic­a las llamamos start-ups y emprendedo­res pero siempre ha estado en nuestro ADN”, dice el presidente del Barcelona Tech City, Miguel Vicente.

Pero en la actualidad todo va más deprisa. “Ahora en 15 meses puedes alcanzar una valoración de 20 millones, lo que antes tardabas 5 o 7 años”, explica Carlos Blanco, emprendedo­r e inversor. Considera que en gran medida es porque “quienes estamos generando startups ya lo hemos hecho antes, ya conocemos las palancas de crecimient­o”. Privalia, fundada en 2006, se vendió en 2016 por más de 400 millones. Glovo, creada a principios de 2016, realizó este verano una ronda a una valoración superior a 300 millones.

“Cuando un inversor invierte en una start-up, entra para luego salir”, recuerda Carlos Blanco. Cree que el tiempo de presencia de un fondo debería estar entre 6 y 8 años. “También hay casos de emprendedo­res que se cansan si la empresa no encuentra una salida, porque en la mayoría de casos tienen acciones, pero un sueldo normal y no reparten dividendos... Las circunstan­cias personales de cada emprendedo­r influyen mucho en las decisiones que toma en la empresa: vender un paquete de acciones, toda la empresa, o esperar”.

“No puedes centrar tu estrategia en buscar un unicornio, o en perseguir una gran operación. El grueso del mercado está en las operacione­s de entre 15 y 50 millones de euros”, dice Carlos Conti, socio de Inveready. “Y ahora esta cifra está subiendo”. “Ahora hay liquidez, y quien está comprando son los corporate del sector. El nuevo reto es crear grandes grupos desde aquí”.

“No hay ninguna razón que impida que el próximo Spotify se cree en Barcelona porque tenemos talento y los fondos de inversión no tienen nacionalid­ad”, recuerda Miguel Vicente.

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ARCHIVO Adrià Carulla y David Masó, socios fundadores de Promofarma

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