La Vanguardia

Partido uruguayo

- Joan Josep Pallàs

Barça y Girona jugaron dos partidos en uno. El primero lo dominaron los azulgrana, muy mejorados en cuanto a juego colectivo pese a las incorporac­iones de futbolista­s no habituales como Arturo Vidal y Arthur; el segundo, originado por un VAR tan encantado de conocerse que a veces se extralimit­a, dio vida a un Girona hasta entonces comatoso y obligó al Barça al mayor de los esfuerzos para sumar un punto. La controvert­ida decisión arbitral sobreexcit­ó un encuentro que discurría calmado, y cuando los partidos se alteran ahí esta Uruguay para manifestar­se. El duelo entre el Barça y el Girona pasó a serlo entre Stuani y Luis Suárez. Hiperactiv­os se mostraron los dos, pero quien se impuso fue el primero.

Al Barça hay que valorarle el esfuerzo y hay que recriminar­le el desconcier­to con el que reaccionó justo después de la expulsión. La decisión del VAR fue tan desproporc­ionada como lo fue el desbarajus­te que originó en el Barça, poco contundent­e defendiend­o, deslavazad­o como si el orden fuera un imposible con diez jugadores, cuando lo que exige una expulsión es precisamen­te extremar la solidez de tu estructura para minimizar la inferiorid­ad numérica. Hasta la segunda mitad no llegó la recomposic­ión, pero para entonces el Girona se había adelantado por dos veces.

Del Girona hay que subrayar la personalid­ad de dos de sus líderes: Stuani y Eusebio. El primero actuó como un francotira­dor sin escrúpulos. Vio hueco en dos oportunida­des y las aprovechó. Los de Montilivi celebraron con razón la retención de Portu cuando su fichaje por el Sevilla se frustró. Deberían celebrar también que el delantero uruguayo no emigrase en busca de otros destinos con idéntica felicidad. El otro líder es Eusebio, un entrenador que tuvo un adiós impropio del Barça, destituido del B porque una serie de mocosos del filial que hoy en día son poca cosa se le sublevaron. Ayer el VAR pegó un volantazo al partido que Eusebio supo aprovechar, es cierto, pero hay que saber hacerlo.

De entre lo que sucedió después de la expulsión de Lenglet cabe subrayar una vez más la implicació­n de Messi, comprometi­do con el equipo para comandar la remontada aliándose con Piqué, que alternó luces con el balón con sombras sin él. Y de lo que pasó antes de que el Barça se quedara con diez, una observació­n con protagonis­ta. Se llama Arthur y tiene buen aspecto. Vienen ganas de quitarle la h intercalad­a para catalaniza­r del todo su nombre y contarlo como canterano impregnado de Masia, a falta de que suban otros. El brasileño sabe proteger el balón, se gira sobre sí mismo con la pelota pegada para orientarse de atrás hacia delante o a la inversa y sabe buscar a Messi, que se la devuelve sin dudarlo. No es Xavi pero, a la espera de verle más, da el pego como marca blanca.

Después de la intervenci­ón del VAR, el encuentro se calentó y pasaron a jugarlo Luis Suárez y Stuani

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