Reus y Nàstic se reparten puntos y angustias en un derbi áspero
Un derbi tan igualado como poco lucido evidenció ayer en un Estadi Municipal repleto (4.195 aficionados) que el curso se presume largo y tortuoso en Reus y Tarragona. Los dos equipos empataron en casi todo, con la primera mitad para los granas y la segunda dominada por los roig i negres. También se repartieron la angustia sobre el césped, cada uno la suya: el Nàstic currándose un modelo de juego; el Reus buscando dinero debajo de las piedras para ampliar el límite salarial y recuperar a cuatro futbolistas que se entrenan pero no juegan.
El Reus empezó el duelo irreconocible, incapaz de dar dos pases seguidos, sometido por el caos ideado por Gordillo. Fútbol inconexo y a ratos bronco que supo aprovechar el Nàstic para adelantarse en un córner afortunado: cabeceó Albentosa y convirtió en autogol Moore. El 0-1 noqueó a los de Bartolo, que vio como sus jugadores se salían de la pizarra.
A base de faltas, encontronazos y exceso de testosterona se llegó al descanso. En medio del bochorno de una tarde de otoño que parecía de agosto, la media parte sirvió para volver a jugar a fútbol. El Reus volvió a ser el Reus y empezó a crecer con el balón. No tardó en llegar el empate en un buen zurdazo de Linares tras una gran asistencia de Alfred, el chico del filial que el lío de las fichas ha convertido en uno más del primer equipo. ¡Y qué pedazo de futbolista!
Con el 1-1 y la segunda mitad por delante, los del Baix Camp, sin recambios de peso delante, perdonaron a su rival. El Nàstic, en crecimiento tras un inicio terrorífico de Liga, tiró de oficio para amarrar un punto que le sirvió para seguir fuera del descenso el día de Santa Tecla. Y no es poco.