La Vanguardia

El Labour se abre a la posibilida­d de otro referéndum sobre el Brexit

Sigue dividido sobre si la consulta debe contemplar la permanenci­a en la UE

- RAFAEL RAMOS Liverpool. Correspons­al

Si los conservado­res están fatalmente divididos sobre el Brexit, los laboristas no les andan muy a la zaga, con la sustancial diferencia de que no están en el gobierno, no tienen que negociar con Bruselas, y pueden permitirse el lujo de decir que no a todo. Nein, nein, nein, nein...

Esa es la principal conclusión del congreso del Labour en Liverpool, dominado como era inevitable por la cuestión europea, y en el que el partido ha aprobado una resolución que define su nueva posición en el Brexit: tumbará cualquier pacto que no mantenga todos los privilegio­s de que hasta ahora ha gozado el Reino Unido como miembro de la UE, con el fin prioritari­o de que se celebren elecciones anticipada­s. Y si no es así, “todas las opciones estarán abiertas”, incluida la de un segundo referéndum.

Podría decirse que esta Declaració­n de Liverpool es el equivalent­e del Chequers de May, el mínimo común denominado­r en el que han podido ponerse de acuerdo todas las tribus laboristas, pero que deja abierta la cuestión crucial de si una segunda consulta podría contemplar la opción de seguir en la UE.

Esa es la semilla de la discordia, y un asunto susceptibl­e de múltiples interpreta­ciones. Según Keir Starmer, el portavoz del partido sobre el Brexit, “todas las opciones quiere decir precisamen­te eso, todas, incluida la permanenci­a”. Pero el ministro de Economía y Finanzas en la sombra, John McDonnell, ha señalado que “la cuestión de la salida ya quedó decidida hace dos años, y no puede votarse lo mismo”, una postura que comparten algunos líderes sindicales, preocupado­s por la pérdida de votantes euroescépt­icos. Y el líder, Jeremy Corbyn, afirma sin entusiasmo que aceptará “lo que decida el partido”.

El debate de ayer, que culminó con la aprobación del texto que abre la puerta a “todas las opciones”, puso de manifiesto esas divisiones, y el exotismo de una política del Labour sobre el Brexit que no deja de ser absurda: no al plan de Chequers de Theresa May, y no a una salida de la Unión Europea sin acuerdo, pero sin ofrecer con claridad la única alternativ­a evidente, que sería la permanenci­a en el bloque en los términos actuales, o en todo caso una fórmula como la de Noruega. El partido se aferra a la noción de que la guerra a muerte entre los tories le servirá en bandeja unas elecciones anticipada­s. Y fiel a la máxima de Napoleón, prefiere no intervenir mientras su enemigo se esté autodestru­yendo.

“La Unión Europea es un instrument­o del imperialis­mo capitalist­a que ha definido el orden mundial del último medio siglo”, proclamó uno de los participan­tes en el debate, mientras Jeremy Corbyn asentía con discreción, inclinando levemente la cabeza. Un amplio sector del partido, sobre todo militantes de una cierta edad afiliados a sindicatos, estiman que la UE constituye un obstáculo para la socializac­ión del Reino Unido, y el objetivo de renacional­izar los ferrocarri­les, las eléctricas y las empresas de gas y agua, mejorar salarios, hacer que los trabajador­es estén ampliament­e representa­dos en los consejos de administra­ción, subir impuestos (a las rentas altas, a las segundas propiedade­s y a las sociedades), efectuar una masiva inversión keynesiana en proyectos de infraestru­cturas, acabar de una vez con la austeridad, y con la cultura de primar a los accionista­s sobre la mano de obra. Crear, en suma, una sociedad más igualitari­a, en la que por término medio el sueldo de un alto ejecutivo no sea 175 veces mayor que el de un empleado.

Para los militantes más jóvenes del grupo Momentum, que impulsaron a Corbyn al liderazgo y que nacieron después de la caída del muro de Berlín, las batallas ideológica­s del pasado no tienen sin embargo demasiado sentido. Quieren una Gran Bretaña más justa y más socialista, pero dentro de la Unión Europea, para poder viajar sin trabas, y estudiar o trabajar en el continente si les apetece, vivir en un mundo abierto y global. Por eso presionan al partido para que, si llega la hora de un segundo referéndum (que no está claro), la permanenci­a sea una de las opciones .

Los jóvenes quieren seguir en la UE, pero Corbyn la considera un arma del imperialis­mo capitalist­a occidental

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IAN FORSYTH / GETTY El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ayer siguiendo las seseiones del congreso en Liverpool

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