La Vanguardia

Aventuras de un ciclista

- Sergio Heredia

De vez en cuando, algunos vienen y me preguntan: –¿Y por qué no compites en carreras de veteranos? Inevitable­mente, mi respuesta es estándar: –Porque ya no estoy en condicione­s de ganar. Y yo sólo compito si tengo opciones de ganar.

Tengo casi cincuenta años, así que mi respuesta es una chorrada. Una chorrada perfectame­nte rebatible:

–Puedes participar en carreras sin ir a por ellas. Sólo tienes que disfrutar del momento, mezclarte en el mundo popular, olvidarte del cronómetro y de los rivales. ¿Por qué siempre tienes que pensar en ganar? ¡Ya no eres un crío! –me dicen.

Cuando me dicen eso, callo y pongo cara de póquer. Y pienso en la historia de aquel miura, aquel ciclista fenomenal que me contó que odiaba perder. –¿En cualquier disciplina?

–En cualquiera. Incluso en las canicas. Incluso cuando estoy ahí afuera, en la carretera, entrenándo­me.

Aquel fenómeno me dijo que antes, hace unos años, cuando era un ciclista famoso y se entrenaba por las carreteras, los dominguero­s solían agarrarse a su rueda e incluso retarle.

–¿Y usted qué hacía? –Déjeme que le cuente...

El plan de aquel día era un rodaje sencillo. Unos 180 kilómetros suaves, con el pulso controlado, acumulando volumen sin entrar en anaeróbico.

El tipo había salido a la carretera, tan pancho, y un dominguero, al reconocerl­e, le había tomado la rueda. El dominguero se había estado allí un rato, siguiendo a nuestro miura, hasta que le dio por picarse.

–De repente, se me empezó a poner al lado. Luego se me puso delante y comenzó a retarme con la mirada. Claro, me empezó a hervir la sangre.

–¿Y usted qué hizo?

–Le pregunté: “Mira, chaval, ¿tú quieres correr de verdad, pero de verdad de verdad?”. “Hombre, pues claro”, contestó. “Pues ponte a rueda, que esto va en serio”.

Y ahí tenemos a nuestro miura, colocándos­e en modo contrarrel­oj, lanzando la bicicleta a 45, a 47, a 50 km/h, en un día de trabajo aeróbico.

Tan rápido iban, que el dominguero había empezado a fundirse, luego había perdido la rueda y al final se había convertido en una silueta en el horizonte, una figura difuminánd­ose.

–¿Y sabe qué hice? –me dijo el miura–: cuando le había sacado tanta ventaja que no podía ni verme, me escondí tras un muro y esperé a que el dominguero pasara de largo. Y luego seguí mi camino, tan tranquilo. Al fin y al cabo ¡ese día no me tocaba correr!

–¿Y por qué se empeñó usted en dejar al otro atrás?

–No voy a permitirle a un dominguero que vaya por ahí contando que me ha cogido la rueda. ¡Faltaría más!

Ahí tenemos a nuestro ‘miura’, colocándos­e en modo contrarrel­oj, para sacarse de encima a un dominguero

 ??  ?? POR LA ESCUADRA
POR LA ESCUADRA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain