Kavanaugh suma una acusación de violación en grupo
Otra mujer declara contra el candidato de Trump al Supremo
El voltaje de las acusaciones de agresión sexual contra el juez Brett Kavanaugh se disparó ayer con el testimonio de una nueva mujer, la tercera, que asegura que el candidato al juez del Tribunal Supremo abusó sexualmente de ella en su juventud y que lo presentó como un bebedor empedernido que, junto con sus amigos, embriagaba y drogaba a las chicas para violarlas.
Las explosivas alegaciones se conocieron a menos de 24 horas de que Kavanaugh comparezca –hoy a las cuatro de la tarde hora peninsular– ante la comisión judicial del Senado junto a la primera mujer que lo señaló como responsable de un intento de violación ocurrido hace 36 años, la profesora Christine Blasey Ford. Los republicanos han respondido a la acumulación de acusaciones acelerando el calendario para la designación del juez. El voto está previsto para mañana viernes.
El drama detrás de las revelaciones puede quedar fácilmente ensombrecido por el show político y mediático que rodea a algunos de los testimonios. Ford ha mantenido un perfil muy discreto desde que emergió que había escrito confidencialmente al Senado para hacerles saber su experiencia. Pero la cautela y respeto con que, en general, fue recibido su testimonio se esfumaron tan pronto como apareció una segunda mujer, Deborah Ramirez. Coincidió con el juez en Yale y, a pesar de que admite que tienen muchas lagunas mentales sobre el episodio, lo acusa con seguridad de haberle colocado su pene en la cara durante una borrachera.
Que el encargado de presentar las alegaciones de la tercera mujer fuera el abogado Michael Avenatti –el mismo que representa a la actriz y directora de cine porno Stephanie Clifford, conocida como Stormy Daniels, en su litigio contra Donald Trump, una figura mediática que no oculta sus ambiciones presidenciales– dio pie a muchos republicanos y al propio presidente de Estados Unidos a disparar contra ella.
En una declaración jurada, Julie Swetnick, que ha trabajado en el sector privado y varias agencias del Gobierno federal, afirma que se quedó de piedra cuando hace un par de días vio a Brett Kavanaugh definirse a sí mismo como algo parecido a un monaguillo en su juventud, alguien que siempre ha tratado a las mujeres “con dignidad y respeto”. El adolescente que ella conoció, asegura, era muy diferente: entre 1981 y 1983, coincidió con Kavanaugh y su amigo Mark Judge en al menos diez fiestas en los ricos barrios de la periferia de Washington. Ambos bebían en exceso y se comportaban de forma agresiva y abusiva con las chicas, asegura la mujer.
“Las toqueteaban y agarraban sin su consentimiento”, “no aceptaban un no por respuesta”. Solían aprovecharse de las chicas más vulnerables, aquellas que estaban solas o eran más tímidas, dándoles de beber poncho adulterado para emborracharlas más rápidamente y violarlas en grupo, sostiene. “Tengo firmes recuerdos de ver a los chicos” –Kavanaugh y Judge entre ellos– en fila fuera de las habitaciones mientras esperaban ‘su turno’ asegura Swetnick. “Alrededor de 1982 fui víctima de una de esas violaciones en grupo en las que ambos estaban presentes”, revela la mujer, que no podía defenderse porque que la drogaron con Quaaludes, un potente calmante. Aunque sólo ha salido a la luz ahora, asegura que en el pasado compartió su traumática experiencia con varias personas.
Las graves acusaciones contra el juez no alteraron un ápice su reacción. Por tercera vez, una mujer le ha acusado públicamente de agredirla sexualmente hace más de 30 años. Y por tercera vez, Kavanaugh ha negado rotundamente los hechos, haber estado en esas fiestas o incluso conocerlas. Son acusaciones “ridículas” y fantasiosas, “no sé quién es [esa persona] y eso nunca ocurrió”, respondió Kavanaugh en un comunicado. Avenatti “es un abogado de tercera que se está forrando haciendo falsas acusaciones”, clamó Trump desde Twitter mientras se encontraba en la asamblea general de Naciones Unidas. En una rueda de prensa posterior, defendió a su candidato pero se mostró abierto a reemplazarlo si el testimonio de Ford le convence.
El debate entre lo que las mujeres aseguran que les hizo, lo que pueden demostrar más de 30 años después y el margen de duda razonable que el acusado tratará de explotar hoy en el Senado decidirán el destino de su candidatura al Supremo. El puesto, vitalicio, está sujeto en teoría a un estricto escrutinio sobre sus méritos académicos y profesio-
El Senado tiene previsto votar mañana la designación del juez; “la duda me perseguirá por siempre”, dice Flake
nales y su integridad personal.
Los demócratas han pedido a Trump que retire a su candidato. Kavanaugh tiene previsto reconocer que a veces bebía “demasiadas cervezas” con sus amigos y que en los años del instituto hizo cosas que ahora lamenta, pero rechazando tajantemente que esa conducta juvenil incluyera los graves hechos de los que se le acusa. No cuestionará que fuera agredida pero negará que él fuera el perpetrador, según se lee en la intervención avanzada ayer al Senado. Por su parte, Ford, profesora de Psicología, defenderá de forma inequívoca que Kavanaugh intentó violarla el verano de 1982, ofreciendo detalles que no habían trascendido hasta ahora. Su abogada ha aportado testimonios escritos de cuatro personas que supieron de los hechos antes de su publicación.
Si los dos mantienen su versión de la historia, uno de los dos estará mintiendo. “No sé cómo votaré”, dijo el senador republicano Jeff Flake, uno de los tres en duda, “pero cargaré con la duda por siempre”.