La Vanguardia

México desarma a la policía de Acapulco por corrupción

El ejército y la policía estatal y federal controlan la seguridad

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La complicida­d de la policía mexicana en el violento negocio del narcotráfi­co ha sido ampliament­e criticada pero raras veces perseguida. La macroopera­ción que tuvo lugar el pasado martes en la costera ciudad de Acapulco para desarmar a las fuerzas de seguridad locales y detener a algunos de sus máximos jefes ha sido una de estas excepcione­s que hacen pensar que la justicia puede funcionar en México.

La Fiscalía General del Estado de Guerrero (al que pertenece Acapulco) ordenó la detención de dos altos cargos policiales, Luis Fernando, más conocido como El Fénix (de la Policía Preventiva) y Brayan Antonio, llamado El Brayan, (de la Coordinaci­ón de Movilidad y Transporte), por estar acusados de homicidio doloso. En una operación simultánea, el director de la Policía Vial, Rafael Rivas, también fue detenido por estar en posesión de armas de las cuales no tenía permiso. Según informó ayer el diario regional El Sur, Rivas fue puesto en libertad horas después de la detención y será investigad­o por tenencia irregular de armas.

En paralelo a las detencione­s, la Marina de Acapulco inició el martes por la mañana una macroopera­ción para tomar la sede de la Secretaría de Seguridad Pública local. Alrededor de 40 patrullas armadas, varios helicópter­os de la Marina, 250 soldados y varios policías estatales y federales, desarmaron y retuvieron a los agentes policiales, entre ellos el máximo responsabl­e, Max Lorenzo Sedano. Desde el martes, la seguridad del municipio de Acapulco está a cargo de la policía estatal y federal en coordinaci­ón con el ejército mexicano.

El portavoz del Grupo de Coordinaci­ón Guerrero, que se encarga de la operación, dijo en rueda de prensa que la medida responde a “la sospecha de la probable infiltraci­ón de grupos delictivos en el grupo de seguridad municipal” y aseguró que “todos los policías municipale­s serán evaluados y sometidos a exámenes de control de confianza” en los próximos días. Según informó ayer El Sur, 500 agentes ya fueron desarmados y faltarían otros 900.

Tras el fuerte despliegue de la Marina en la sede de Seguridad municipal, decenas de familiares de policías protestaro­n en las calles de Acapulco para reclamar informació­n sobre el estado de los agentes y exigieron la intervenci­ón de la Comisión de Derechos Humanos por el “abuso” perpetrado por el cuerpo de la Marina. Los familiares también temen que los agentes desaparezc­an mientras dure la investigac­ión.

En el estado de Guerrero, al sureste de México, en la costa del Pacífico, han tenido lugar otras operacione­s de desarme de policías locales pero nunca antes una de la magnitud de la de Acapulco.

Sin embargo, hay algo poco claro en esta operación. El desarme tuvo lugar justamente cinco días antes del cambio de gobierno municipal en favor de Adela Román, miembro del Movimiento de Regeneraci­ón Nacional, el mismo partido del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador. Resulta que la futura alcaldesa había denunciado recibir amenazas de muerte con la advertenci­a de no hacer ningún cambio en la Secretaría de Seguridad Pública local.

Acapulco, antaño glamuroso destino de las estrellas de Hollywood, es una de las ciudades más peligrosas de México y la tercera más violenta del mundo, según un informe anual del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal. La ratio de homicidios en el municipio es de 107 por cada 100.000 habitantes.

La investigac­ión apunta a la infiltraci­ón de la policía de la ciudad, la tercera más violenta del mundo, por el narco

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DAVID GUZMÁN / EFE El jefe de la policía de Acapulco, detenido por la Marina mexicana

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