Demasiados vegetales salvajes
Me he pasado la vida maldiciendo el título con el que estrenaron aquí la película Smultronstället de Ingmar Bergman. Supongo que al distribuidor español no le debió complacer suficiente la traducción Fresas silvestres y optó por Fresas salvajes. Debió de considerar que lo de silvestres era demasiado suave, que el director del filme era un inepto y que, añadiendo un poco de salvajismo, la venta de entradas iría mejor. Eso era en los años sesenta. Yo imaginaba esas fresas como seres malévolos, y que si las mirabas de cerca distinguías unos dientes perversos dispuestos a clavársete en el dedo, como los de las plantas carnívoras. Afortunadamente, cuando en 1997 la película se tradujo al catalán optaron por Maduixes silvestres yme relajé un poco.
Pero estas semanas, en las antípodas –en Australia en principio– ha habido un escándalo de proporciones considerables cuando han empezado a encontrar agujas de coser dentro de fresas. Más de un centenar de denuncias hubo en pocos días. Los productores se vieron obligados a tirar toneladas,
Escándalo considerable cuando han empezado a encontrar agujas de coser dentro de fresas
con el miedo de que el escándalo, que empezó durante el punto más alto de producción, estropeara las ventas. El Gobierno elevó la sentencia máxima de prisión por manipulación de frutas de diez a quince años, y ofreció una recompensa de 62.000 euros a quien ofreciera información sobre esos sabotajes. El escándalo aumentó todavía más cuando en Nueva Zelanda también encontraron agujas. En todos los casos las fresas provenían del estado de Australia Occidental. La cadena de supermercados que las vendía las quitó enseguida de los estantes, y anunció que reembolsaría el importe a los clientes que decidieran devolverlas: “Nos tomamos la seguridad alimentaria muy seriamente”. Como había pasado antes en Australia, el consejo para quien a pesar de todo quiera comerlas es, antes de zampárselas, cortarlas para ver si dentro hay algo peligroso. Pero a muchos amantes de las fresas no nos gustan laminadas. Las limpias bajo el chorro de agua del grifo, las coges por las hojas del tallo y te las metes enteras en la boca.
Y entonces, en medio de toda esa confusión, también en Nueva Zelanda aparece ahora una señora que denuncia que ha encontrado una aguja de esas en una ración de patatas fritas que el viernes pasado por la noche compró en un Mc Donald’s. ¡Con la paranoia de las agujas en las fresas ya sólo faltaba que aparecieran en las patatas fritas! Eficiente, la policía consultó las grabaciones de las cámaras de seguridad del Mc Donald’s en cuestión y acto seguido fue a casa de la señora. Allí encontró un paquete de veinte agujas de coser al que le faltaba una, del tipo exacto que la mujer había supuestamente encontrado dentro de su ración de patatas. A río revuelto, ganancia de pescadores. Si hicieran una película, la titularían Patatas salvajes, evidentemente.