La Vanguardia

Graner o la originalid­ad

- FRANCESC SERRA / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Lluís Graner retratado en 1904, un año importante en su vida. Y es que creaba en un punto neurálgico de Barcelona, La Rambla, una aventura empresaria­l y artística. Esta aparecía destinada a tener éxito, a diferencia de otras iniciativa­s.

Se trataba de la Sala Mercè, enclavada en la parte alta, en el número 122, y así bautizada en honor de la patrona de la diócesis de la ciudad.

Era pintor, que cultivaba un tenebrismo que le había de otorgar no poca personalid­ad. Le encantaban los temas urbanos o paisajísti­cos, siempre a base de nocturnos románticos y crepuscula­res, que plasmaba a menudo con un solo punto de luz, ya fuera de la Luna, una farola o algo semejante. Expuso en Europa. Al final, vivió una etapa norteameri­cana, en la que cultivó el retrato.

Mantenía una relación estrecha con Gaudí, al compartir su devoción por la naturaleza. Le encargó un chalet en Sarrià, del que tan sólo se construyó la parte del muro fachada que contenía puertas, una de las cuales era “la porta dels ocellets”, detalle que había encandilad­o al arquitecto. La obra no prosiguió, ante los problemas surgidos con su disponibil­idad económica.

La Sala Mercè encajaba con su estilo, como era de esperar, que fue del gusto de Gaudí. Los barcelones­es al punto pasaron a denominarl­a la cova, la gruta o la caverna. Y era cierto.

Constaba de un salón de recepción, una sala de audiciones y subterráne­o, al que se accedía por un suave plano inclinado. Y fue en este espacio donde Gaudí aportó su creativida­d singular. Luego de pasar ante dos taquillas, una de las cuales era “atendida” por un simple muñeco, aparecía un gran demonio. Las paredes fueron abombadas con grandes volúmenes pétreos que mantenían su color natural y el techo era abovedado, todo lo cual favorecía una acústica excelente. Sólo aparecía iluminado con bombillas eléctricas envueltas en finas telas de colores y encajadas en pequeños agujeros de la pared.

El ambiente era todo lo fantasmagó­rico que se buscaba. La primera representa­ción a base de atractivos dioramas fue sobre Montserrat y la segunda era inspirada en las cuevas mallorquin­as de Artà y Drac. Colaboraro­n los escenógraf­os Alarma y Vilomara, en tanto que la parte escénica corría a cargo de Adrià Gual.

Incluso se atrevió con el cine sonoro antes de que lo fuera de verdad, mediante actores que proyectaba­n la voz tras la pantalla; toda una novedad que causaba sensación

Tanto fue el éxito obtenido en los espectácul­os que presentaba, que se animó a correr con el desafío de incrementa­r la oferta en otro local. Y alquiló el teatro Principal, donde Espectacle­s Audicions Graner ofrecía además conciertos de categoría, con Casals, Granados o Paderewski. Fracasó y quedó tan endeudado que abandonó, y encima tuvo que cerrar también la Sala Mercè.

Renunció a la apuesta teatral y volvió a la pintura.

En la Sala Mercè de La Rambla consiguió que Gaudí decorara tan sorprenden­te local

 ??  ?? Este retrato no refleja la esencia de Graner, un artista enamorado del tenebrismo
Este retrato no refleja la esencia de Graner, un artista enamorado del tenebrismo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain