La Vanguardia

CUADERNO BARCELONÉS

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ENFERMOS DEL MÓVIL

El concierto de Dudamel en el Palau resultó quebrado por un móvil; el director ordenó parar a la orquesta y le dirigió una mirada fulminador­a. Parece mentira que no fuera el único que sonó. Es grave que puedan estallar semejantes agresiones en un lugar que congrega un público educado y entregado a la música. Se perdió la ocasión para expulsar en aquel momento a la persona culpable. En la ópera de Oslo una pareja aprovechó el entreacto para cambiar de butacas, al haber sufrido la desgracia de tener como vecinos a unos padres e hija que seguían toda la partitura en el móvil; no sólo molestaba esa luz, sino los continuos comentario­s. Cuando Pou estrenó Sócrates en el Romea comenzó con esta originalid­ad: rogó que desconecta­ran los móviles. Un psicópata cercano estuvo abriéndolo y apagando sin parar. Ese ambiente contrasta de forma radical con lo que acontece en la Filmoteca. Dispone de dos salas grandes, con unos asientos de lo más confortabl­es, pero lo que en verdad resulta muy destacable es el público: el silencio se puede cortar, nadie tose, los móviles descansan, nadie come y el ambiente es muy distinto a cuanto por desgracia sucede en las salas comerciale­s. Salimos de nuestra Filmoteca reconforta­dos y agradecido­s.

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