Poetas de la España diversa
No fue un poeta en Nueva York, sino 7 rapsodas de prestigio los que desembarcaron ayer en Bruselas. No fue un granadino fusilado, sino 7 poetas de primera línea los que recitaron sus obras en lengua materna, fuera el catalán, el gallego, el vasco o el castellano, en la sede del Instituto Cervantes. Un acto convocado el Día Europeo de las Lenguas para “recuperar la consciencia de que la diversidad cultural nos enriquece a todos” según declaró el director del Instituto, Luis García Montero, a este periódico. El acto fue significativamente bautizado como “Versos de la España diversa. Recital de poesía en las lenguas de España”.
Para buscar un precedente reciente de este recital multilingüe, hay que retrotraerse a diciembre de 2017, cuando dos de los presentes, el propio Luis García Montero, y el poeta catalán, Joan Margarit, cruzaron sus poemas en sendos actos en Madrid y Barcelona. En aquellas fechas, el leridano Margarit recitó su Un asombroso invierno, y el granadino García Montero su A puerta cerrada. Para Margarit, hay que viajar más lejos en el tiempo, y situarse “en los años 80, cuando estos encuentros tenían lugar cada mes”. Fue después, en los noventa, cuando desaparecieron estas reuniones entre poetas españoles de distinta lengua materna. Si dejaron de celebrarse, nos dice, “no será por culpa de los poetas, es culpa de los políticos, que es lo más alejado que puede haber de la poesía.” Pues bien, una vez nombrado director del Instituto Cervantes en agosto, García Montero elevó a nivel institucional lo que entonces fue una iniciativa de dos o más poetas y amigos, y organizó en Bruselas una fiesta de las lenguas que atrajo a figuras de la poesía catalana, vasca, gallega y castellana como son Bernardo Atxaga, Yolanda Castaño, Elena Medel, Manuel Rivas, Eloy Sánchez Rosillo y Estel Solé, además del mencionado Margarit. Para García Montero “hay que recuperar las buenas costumbres”, y como tal se refiere a aquellas reuniones de los 80. Nostálgico como Margarit de aquellos encuentros, ahora que tiene la oportunidad los intenta revivir, y empezó con la fiesta babélica de Bruselas. Además, no son sólo motivos personales, sino también cumplir con los estatutos del Instituto Cervantes, que fijan como objetivo la defensa y divulgación de todas las culturas de las nacionalidades del Estado español. Un artículo del reglamento del Cervantes muy olvidado los últimos años, al que se está quitando el polvo para que vuelva a brillar.
También Bernardo Atxaga apunta que el recital plurilingüe de ayer en Bruselas bebía de la inspiración de los encuentros de Verines, que capitaneó un antiguo director del Cervantes, Víctor García de la Concha. Atxaga es de los que cree en el poder de los foros pequeños, en la influencia cultural que pueden irradiar grupos reducidos, hasta el punto de sentenciar con vehemencia
“No respetar una lengua es no respetar la convivencia”, dice García Montero, director del Cervantes
que la reunión de ayer “es tan importante como un Camp Nou lleno”. Los siete poetas rezumaban optimismo por la recuperación de los viejos hábitos de compartir lengua y espacio. Con esta invitación, Estel Solé, se sintió “querida y respetada como poeta, como catalana y como persona”, mientras que Manuel Rivas sugirió que a la trilogía republicana de “libertad, igualdad y fraternidad” habría que añadir una cuarta palabra, la diversidad.
Son parecidas las conclusiones de García Montero que advirtió “¡Cuidado con ofender a las lenguas maternas!” y criticó el uso de la lengua como arma arrojadiza, ya que añadió, “no respetar una lengua es no respetar la convivencia”.