“Si tuviera la camiseta...”
Eduardo Hernández fue el autor del ‘primer gol’ del Camp Nou, un año antes de la inauguración oficial
Viéndole acercarse hasta la entrada de tribuna del Camp Nou con un paso dinámico y decidido nadie diría que Eduardo Hernández de Avilés cumplirá 83 años la semana próxima. El paso ligero, la espalda recta y la mirada alta delatan la llegada de un deportista. 62 años después de aquel histórico partido de los constructores del estadio (véase La Vanguardia de ayer miércoles), Hernández II, según constaba en la alineación de aquel día, vuelve a pisar el terreno de juego del Camp Nou. Ahora convertido en una alfombra verde impecable, asaltado por turistas cámara en mano, rodeado por más gradas de las que nunca soñó el arquitecto Mitjans. Pero el mismo solar y la misma orientación.
“Ahí, ahí marqué el gol”, señala hacia la portería de la Diagonal nada más asomar la cabeza por el túnel de vestuarios.
En esta visita sentimental, con la colaboración imprescindible del club que abre las puertas del santuario blaugrana, Eduardo Hernández llega acompañado de su sobrina, Marta Hernández Minguell. Marta es hija de Alfonso, uno de los aparejadores que colaboraron con Mitjans, GarcíaBarbón y Soteras en la magna edificación.
Eduardo, el autor del gol, explica: “Yo estaba en el estudio de mis hermanos Enrique, arquitecto, y Alfonso, el aparejador. Soy ingeniero técnico. Alfonso trabajaba para Mitjans y fue él quien me avisó de que se iba a jugar un partido para estrenar el nuevo campo, a ver si podía echarles una mano...”.
Eduardo, se intuye en las fotografías del partido, era el más joven del equipo que vistió de azulgrana. Fue un buen fichaje. El fútbol era lo suyo y apenas comenzó el encuentro anotó el histórico primer gol del Camp Nou. “Me llamaron, jugué encantado de la vida y tuve la suerte de marcar. Me la pasó un compañero [el arquitecto Josep Soteras] y marcamos. Creo recordar que fue un remate con la derecha, mi pierna buena”.
Hernández II relata su trayectoria futbolística. “Empecé en el Universitario y me fichó el Espanyol, pero me ponían de extremo izquierdo y no era mi sitio. Pasé al Barça y estuve cerca del primer equipo. En uno de los amateurs del Barça jugaba de medio con Sanchís, que luego se fue al Madrid...”, explica citando al valenciano Manolo Sanchís padre, que llegó hasta el Condal antes de pasar a las filas blancas.
¿Qué le faltó para triunfar? “Mi padre quería que estudiara y que trabajara en lo mío. No era una cuestión prioritaria ser profesional del fútbol...”.
Sin embargo, Eduardo Hernández nunca abandonó su pasión. “He seguido jugando. ¡Y lo hago aún!”, lanza con orgullo. “Hace más de 30 años que juego en el Mirasol de Sant Cugat y también con los veteranos del Barça. Lo que pasa es que hace unos meses tuve unos vértigos y aún estoy acabando el proceso de recuperación...”. Y entonces añade con un aplomo que impresiona: “Seguramente de aquí a un domingo o dos pueda volver a intentar jugar”.
“Él es así”, interviene la sobrina Marta. “Casi 83 años y sigue jugando a fútbol... y va en moto, porque esa es su otra pasión deportiva”. Explica Eduardo: “Siempre me gustaron las motos. He corrido las 24 horas de Montjuïc, carreras de velocidad, subidas en cuesta, algunos rallies... teníamos una escudería, los squalos nos llamábamos...”
Con pasado blanquiazul y blaugrana, durante años el primer goleador del Camp Nou fue espectador habitual de Sarrià y al mismo tiempo un veterano más de la agrupación que mantiene el Barça. Un corazón compartido entre los dos grandes equipos de Barcelona.
Mientras contempla la inmensidad verde del Camp Nou busca en los huecos de la memoria los recuerdos de aquel 10 de agosto de 1956, un año antes de la inauguración oficial, cuando recibió de Soteras y envió el balón a las mallas. “El gol es lo que más claro tengo de aquel día. No sé ni dónde nos pusieron los vestuarios ni cómo estaba el terreno de juego... ¿La camiseta? Ojalá nos la hubieran dado. ¡Si la tuviera!”.
A PUNTO DE CUMPLIR 83 AÑOS “He tenido unos vértigos, pero en un domingo o dos seguramente podré volver a intentar jugar”
UNA CARRERA TRUNCADA “Mi padre quería que estudiara y que trabajara en lo mío. El fútbol no era una cuestión prioritaria”