Memoria filmada
El Festival de San Sebastián presenta “uno de los grandes filmes de la década”
Apenas tres semanas después de haber conquistado el León de Oro de la Mostra de Venecia y el aplauso de todos los críticos e informadores de cine, el director mexicano Alfonso Cuarón presenta en el Festival de San Sebastián, entre grandes elogios de los asistentes, Roma, su última y autobiográfica película.
Apenas tres semanas después de haber conquistado el León de Oro en la Mostra de Venecia, el mexicano Alfonso Cuarón presentó ayer en el Festival de San Sebastián la obra que describió como resultado de “un ejercicio de memoria algo perverso”. Es Roma, película autobiográfica que, producida por Netflix y rodada en blanco y negro, debe el título al nombre del barrio de Ciudad de México donde su autor se crió.
Roma está dedicada a la que fue la niñera de Cuarón durante su infancia en en el seno de una familia acomodada con padre ausente. La nana era una joven indígena llamada Lido a la que en el filme interpreta la actriz no profesional Yalitza Aparicio, bajo el nombre de Cleo. Las largas charlas del cineasta con la mujer que ahora es Lido son, junto a sus propios recuerdos y a otras conversaciones con familiares y viejos amigos, la materia prima de ese acto de rememoración que reconstruye el pasado y le añade referencias a ciertos asuntos especialmente interesante para el Cuarón de hoy. “La memoria siempre se ejerce desde el presente”, subrayó el realizador y guionista al presentar la cinta. “Hay gente muy cercana a nosotros que damos por hecho que conocemos en sus virtudes y defectos pero de la que rara vez nos paramos a mirar como individuos en toda su complejidad y con una vida que en realidad desconocemos”, señaló.
Cuarón no quería hacer una película política, pero de hecho el contexto social adquiere una gran importancia en ella. Corre el año 1971, y México es un país muy desigual cuyas clases altas y medias desprecian a los indígenas y, aunque los empleen en sus casas en régimen de plena convivencia y con cierta familiaridad, a la hora de la verdad los tratan como seres inferiores cuyo lugar y misión en esta vida es servirles y hacerles la vida más fácil. Este es el tipo de relación que Sofía, la madre de familia encarnada por la veterana actriz Marina de Tavira, mantiene con Cleo en la película.
Cuarón cree que el clasismo y la discriminación racial que se muestran en el filme, junto con otros conflictos del momento, “no han cambiado” ni en México ni en España, como tampoco en el resto de Europa o en Estados Unidos. Así lo demuestran en su opinión los roces sociales y las políticas públicas en torno a los inmigrantes, hoy día.
Al centrarse en el personaje de Cleo, Roma trata de poner voz a uno de esos personajes y héroes silenciosos e invisibles que hacen mucho en nuestra vidas sin que se note y sin que ellos quieran hacerlo notar. La mayoría son mujeres; en este caso una de tantas trabajadoras oriundas resignadas a padecer un cierto grado de opresión desde el estrato al que pertenecen sus “amos”. Remarca Cuarón que la vida de estas personas no suele ser objeto de interés en el cine más comercial, a no ser que el relato los convierta en héroes capaces cambiar el mundo: una fantasía que tiende a dulcificar la realidad... Y a vender entradas.
El director del Festival donostiarra, José Luis Rebordinos, se mostró encantado de haber incluido Roma en la sección de Perlas del certamen. “Probablemente sea una de las mejores películas del año, quizá una de las mejores de la década”, dijo.
Dentro de la sección oficial a concurso, el catalán Isaki Lacuesta presentó ayer Entre dos aguas, drama con apariencia de documental protagonizado por los hermanos Isra y Cheíto, el primero traficante recién salido de prisión y el segundo marinero raso. La cinta retoma la historia de ambos doce años después de que Lacuesta los convirtiera en protagonistas de La leyenda del tiempo.
El paro. la tentación de la delincuencia y las tensiones dentro de una familia gitana son los temas de esta nueva obra cuyo guión se escribió con plena participación de los actores incluso a lo largo del rodaje; un guión muy depurado que el realizador concibió para que parezca que no está escrito. Del mismo modo que intentó que la luz de la película parezca natural, y no el fruto del sofisticado trabajo de iluminación, o que el sonido aparente ser el de ambiente cuando en realidad resulta de una compleja recreación. Así es todo en Entre dos aguas ,enel que uno no sabe hasta dónde llega lo real y hasta dónde lo inventado.
Lacuesta compite con un filme en el que uno no sabe hasta dónde llega lo real y hasta dónde lo inventado