La Vanguardia

Los 27 aceleran los preparativ­os para el plan B si hay Brexit duro

“Mantengamo­s la calma y sigamos negociando”, dice el portavoz de la CE

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Visto lo visto, mejor prepararse para lo peor, aunque sea como simple precaución. Esta es la idea que lleva a la Unión Europea a explorar las medidas a tomar en caso de que la negociació­n del Brexit termine en un fracaso. Un escenario que nadie quiere, pero que después de la tormentosa cumbre de Salzburgo el 20 de septiembre, es un poco más posible. La operación es extremadam­ente sensible porque hay que combinar la preparació­n para el peor de los escenarios sin que ello aleje al Reino Unido de la mesa de negociacio­nes, y evitar que Londres lo interprete como una señal anticipada de fracaso.

Este miércoles, el secretario general de la Comisión Europea, Martin Selmayr, planteó a los embajadore­s de los 27 cómo afrontar los escenarios posibles, y lo hizo advirtiend­o que habrá decisiones políticas que tomar, elegir en qué áreas y de qué manera mitigar el impacto de una potencial salida brusca del Reino Unido. Algunas de estas medidas pueden ser tomadas rápidament­e, pero otras, si implican un proceso legislativ­o, requerirán más tiempo. Y precisamen­te, en el Brexit el tiempo escasea. En Salzburgo, los 27 se fijaron la próxima cumbre del 18 de octubre, es decir en sólo tres semanas, para ver avances palpables. Únicamente si hay perspectiv­a de progresos, se convocaría una nueva cumbre, esta extraordin­aria, en noviembre.

En Bruselas, la Comisión Europea insiste en la receta que creen que más conviene en el momento presente de las negociacio­nes, la desdramati­zación, reducir la emoMay ción que embarga al debate sobre la frontera de Irlanda en concreto y sobre las conversaci­ones en general. Reescribie­ndo un frase muy británica, el portavoz Margaritis Schinas recomendó “keep calm and keep negotiatin­g” (mantengamo­s la calma y sigamos negociando), frente a lo que llamó “historias de terror” que se están planteando en el caso de que las negociacio­nes no lleguen a buen puerto. El portavoz dijo que no ha habido un cambio sustancial en las expectativ­as de conseguir un acuerdo e insistió en que están preparados para todos los escenarios, pero que su prioridad es conseguir el acuerdo.

Lo cierto es que algo se rompió en Salzburgo, una cumbre que terminó con un “accidente” según dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte. Fue posiblemen­te una cuestión de expectativ­as fallidas, de falsas esperanzas que el Reino Unido había dejado crecer, y estimulado, esperando un cambio sustancial en la posición de los 27. A la hora de la verdad, sea porque las expectativ­as fueran infundadas o porque la primera ministra, Theresa May, no estuviese a la altura, sus socios no movieron un centímetro las posiciones. Simplement­e, se le dijo al máximo nivel, el de los jefes de Gobierno, lo que hasta ese momento se les había anticipado repetidame­nte a niveles inferiores.

se sentió traicionad­a, y el habitualme­nte sereno Financial Times planteó que habían tendido una “emboscada” al Reino Unido. Ayudó a crear esta sensación la dureza que empleó Francia. En Salzburgo, el presidente Emmanuel Macron advirtió que el Brexit tiene costes y consecuenc­ias, y llamó “mentirosos” a los brexiters que habían prometido el paraíso si salía el no en el referéndum. Y Francia sigue pegando fuerte. Esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores, Bruno Le Maire, dijo que hubiera sido un suicidio aceptar la propuesta de Chequers, la que el Reino Unido llevó a Salzburgo. “Cualquier decisión que dé a los ciudadanos europeos la impresión de que puedes salir de la Unión Europea y conservar todas las ventajas sería un suicidio”. Contundenc­ia de Francia y unidad entre los 27, entre ellos y con su negociador, Michel Barnier. Si Londres esperaba que en Salzburgo los jefes de Gobierno corrigiera­n a su representa­nte, tampoco lo consiguió.

Con negociacio­nes en marcha y un plan B a media preparació­n en la recámara, el punto de no retorno en estas negociacio­nes queda fijado para noviembre, una fecha para la que tendría que quedar establecid­o si se va hacia un Brexit suave o a un portazo del Reino Unido.

La UE quiere prepararse para el peor de los escenarios sin alejar a Londres de las negociacio­nes

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