La Vanguardia

Desterrado­s en un piso social

Una avería en el ascensor confina a 14 discapacit­ados en sus casas

- FEDE CEDÓ

Una promoción de catorce pisos en la calle Vasco Núñez de Balboa de Mataró, que inicialmen­te, hace seis años, debía formar parte de un red municipal de pisos tutelados para personas con discapacid­ad severa, a causa de la crisis “y la desidia”, según los protagonis­tas de esta historia, acabó convirtién­dose en simples pisos sociales adaptados. Nunca se ha abierto el centro de día que debía dar servicio las 24 horas a la comunidad en los bajos del edificio. Jamás han tenido el apoyo del celador que se les prometió desde la empresa municipal de promocione­s urbanístic­as (Pumsa), mucho menos del servicio médico personaliz­ado por el que se caracteriz­a una vivienda tutelada. Para mayor desdicha, las deficienci­as estructura­les obligan a los vecinos a estar confinados en sus pequeños apartament­os cuando hay tormenta porque el ascensor queda anegado.

El 7 de septiembre, un viernes borrascoso, los inquilinos de los pisos sociales volvieron a vivir un calvario. Un intenso aguacero concentrad­o sobre la capital del Maresme anegó el ascensor exterior acristalad­o que conecta las cuatro plantas del edificio. Los técnicos que acudieron a repararlo la última vez sellaron las goteras con silicona y lo que ha durado la sustancia pegajosa es el tiempo que los residentes, todos ellos afectados por un grado de discapacid­ad severa que en algunos casos supera el 90%, han disfrutado de una relativa tranquilid­ad. “Se vivieron escenas dantescas”, recuerda Juantxu, un vecino de 50 años, postrado en una silla de ruedas por una poliomieli­tis desde la infancia. “Ahora han puesto tela asfáltica para solucionar el problema”, explican asombrados los afectados.

Sin el ascensor en funcionami­ento, unos quedaron confinados en sus pequeños apartament­os de 50 m2. Otros precisaron de la silla de ruedas mecánica con oruga que la Cruz Roja dispone para subir escaleras, “que no funcionaba bien”, y los que menos tardaron horas en acceder a sus casas, donde quedaron enclaustra­dos después de que los bomberos, también colapsados por otras incidencia­s, les subieran en brazos, como también hicieron los familiares. Allí quedaron las personas con discapacit­ación, “olvidadas y aisladas” durante una semana, el tiempo que duró la reparación del ascensor. La celeridad de los técnicos chocó con un pretexto recurrente en estos casos: “Falta una pieza que tiene que venir de Alemania”. Entre tanto, los pacientes arrendatar­ios, encerrados en sus pequeños pisos, clamaban una solución a la administra­ción competente.

Fuentes del Ayuntamien­to de Mataró informan que el ascensor quedó reparado el 14 de septiembre, una semana después de la avería y que, para paliar la angustia de los vecinos, puso a disposició­n de los residentes una silla móvil facilitada por la Cruz Roja para subir y bajar la escalera. “Una silla que tardaba más de 20 minutos en llegar a la primera planta”, recuerdan sus usuarios.

Los servicios sociales municipale­s se movilizaro­n para “hablar con las 14 familias residentes” y conocer sus “necesidade­s concretas”. Finalmente, Pumsa, la empresa municipal que en su día construyó la supuesta promoción tutelada, ha contratado los servicios de una empresa de apoyo para los residentes por “si se producen circunstan­cias de este tipo”. La empresa llamaba mañana y tarde para conocer las necesidade­s de tipo logístico o para facilitar las gestiones cotidianas, como hacer la compra. Un dispendio considerab­le que deben asumir las arcas de la empresa municipal.

“Nos hemos visto abandonado­s y sin autonomía”, resumen los vecinos, temerosos y ávidos seguidores de las evolucione­s meteorológ­icas en los medios de comunicaci­ón, para “poder hacer nuestra vida normal”. Reprochan el incumplimi­ento de las promesas e insisten en que los responsabl­es municipale­s siguen sin estar preparados para actuar ante contingenc­ias de este tipo.

El Ayuntamien­to de Mataró movilizó a los servicios sociales para atender las necesidade­s de los afectados

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FEDE CEDÓ Uno de los vecinos junto al elevador que dejó de funcionar durante una semana

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