Deterioro exterior
Las revisiones a la baja en el crecimiento económico global están a la orden del día. Aquí, el Banco de España postula un avance del PIB del 2,6% en 2018, lejos del 3,1% de 2017, y hacia el 2,0% en 2020. ¿Qué ha cambiado? Muchas cosas. Pero entre los múltiples factores que explican esa desaceleración hay que destacar al sector exterior.
Desde 2013, el debate sobre el carácter coyuntural o estructural de la mejora de nuestra balanza con el resto del mundo ha sido constante. Los optimistas sugerían que una competitividad al alza explicaba, simultáneamente, el aumento de la base exportadora y la moderación importadora, de forma que tanto las ganancias de cuota en el mercado mundial como el desplazamiento de compras por producción interna tenían un carácter permanente. El Banco de España, la Comisión Europea o el FMI sugerían, sin embargo, que gran parte de esos positivos cambios exteriores eran transitorios.
¿Qué dice la dinámica de las relaciones con el resto del mundo? En la balanza de bienes, es cierto que las exportaciones han crecido con fuerza: en enero-junio de 2018, han aumentado un 3,8% interanual; pero también lo es que las compras subieron un todavía más elevado 6,2%. Con ello, el déficit comercial se amplió hasta cerca de los -18.000 millones, más de un 35% superior al del mismo período de 2017. En la de servicios, añadan que, entre 2014 y 2017, los ingresos por turismo y viajes han crecido un 23%, pero que los pagos lo han hecho por encima del 43%, y los cambios detectados en la demanda hacia España en este verano no auguran mejoras de su saldo. Más bien lo contrario. Por ello, y en esta línea de razonamiento, las previsiones del Banco de España sugieren que la balanza de bienes y servicios restará crecimiento en 2018, y
La reducción del superávit externo no es una buena noticia para un país con récord de endeudamiento
no lo aportará en el 2019 y el 2020, a diferencia de lo sucedido en años anteriores. Si de bienes y servicios pasamos a rentas (intereses, dividendos y otras rentas), su reciente tendencia también apunta al empeoramiento de su déficit.
Finalmente, para el conjunto de la balanza de pagos y si las condiciones exteriores no empeoran, lo que es más que probable, el Banco de España sitúa su saldo en el 1,3% del PIB en el 2018 y para los próximos años, una cifra inferior al 2% de 2017 y peor de la que ha sido usual los últimos ejercicios. Ello refleja tanto la moderación exportadora como el mayor aumento de compras (petróleo entre otras) y el deterioro de la balanza de rentas.
La reducción del superávit externo no es una buena noticia para un país que detenta un récord de endeudamiento con el resto del mundo: un 82% del PIB en el primer trimestre del 2018, muy lejos de valores por debajo del 20% de Francia o Italia y, por descontado, a años luz de las posiciones acreedoras de Alemania u Holanda. ¿Preocupación por el menor avance del PIB? Por descontado. Pero más por lo que apuntan el saldo y la deuda externos. De ahí vinieron nuestros problemas en 2012/13. Por ahí podrían regresar.