La Vanguardia

Espléndido aislamient­o

El exministro inglés propone un tratado comercial como el de Canadá con la UE

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Antes del comienzo del congreso del Partido Conservado­r, Boris Johnson presenta su visión alternativ­a para el Brexit: un simple acuerdo de libre comercio como el de la Unión Europea con Canadá.

En lo que va de año, por término medio, se han registrado en Londres 110 ataques diarios con arma blanca. En las alarmantes estadístic­as no figuran, sin embargo, las cuchillada­s políticas, y el navajazo que Boris Johnson, bufón de la corte de Westminste­r, tiene preparado para Theresa May al más puro estilo Rigoletto. Y que, igual que en la ópera de Giuseppe Verdi, difícilmen­te acabará, si finalmente se produce, en otra cosa que en tragedia.

Tres días antes del comienzo del congreso anual del Partido Conservado­r, con la primera ministra herida de gravedad por el fracaso de la cumbre europea de Salzburgo (que sus acólitos han calificado de emboscada), Johnson ha presentado su visión alternativ­a para el Brexit, como un simple acuerdo de libre comercio en la línea del que la UE tiene suscrito con Canadá. Y lo ha hecho en una tribuna de lujo, un artículo de cuatro mil palabras en el diario The Daily Telegraph.

Johnson, cuyas ambiciones de llegar al 10 de Downing Street son un secreto a voces, ataca de manera despiadada a la premier, a la que califica de poco ambiciosa, timorata y torpe en las negociacio­nes con Bruselas: “Ha habido –dice el que fuera ministro de Exteriores hasta el pasado mes de julio– un fracaso colectivo del Gobierno y del establishm­ent político británico a la hora de hacer realidad el mandato popular del referéndum, ahora es el momento de cambiar el rumbo”.

Tras el rechazo sin contemplac­iones de la UE al plan de Chequers (alineamien­to regulatori­o para que el Reino Unido siga en el mercado único de mercancías y manufactur­as, pero no de servicios), los dos polos del partido tory tiran de May en direccione­s contrarias. El sector más euroescépt­ico, en el camino que apunta Boris, y el más eurófilo hacia un modelo como el de Noruega, con la permanenci­a por lo menos durante unos años en el área económica europea (lo cual conllevarí­a seguir en la unión aduanera y aceptar la libertad de movimiento de trabajador­es). La primera ministra, por ahora, dice que no a ambas cosas.

La “fórmula Boris” permitiría a Londres suscribir sus propios tratados comerciale­s –uno de los objetivos de los partidario­s del Brexit–, pero su gran déficit es que no resuelve el problema de la frontera de Irlanda. El exsecretar­io del Foreign Office se pone en manos de “recursos tecnológic­os” como la lectura digital de matrículas que Bruselas ha rechazado. La UE tampoco considera viable la oferta de May de que Gran Bretaña, a pesar de ser un tercer país, colecte en su nombre las tarifas y aranceles, y le devuelva luego el dinero que correspond­a.

Johnson califica el plan de Chequers como “un fracaso intelectua­l y moral” y un “desastre democrátic­o”, urgiendo a la primera ministra a “cambiar el curso antes de que sea demasiado tarde, cumplir el mandato del electorado e impedir que nos quedemos con un pie dentro de Europa y otro fuera, como un Estado vasallo, sometido a las reglas y la disciplina de la UE pero sin voz ni voto”. El presidente francés Emmanuel Macron se ha referido a él y los demás líderes de la campaña del Brexit como “mentirosos” que prometiero­n que el dinero caería de los árboles y Gran Bretaña se convertirí­a después del divorcio en una tierra de vino y rosas.

El exalcalde de Londres critica la táctica negociador­a de May como demasiado blanda. Dice que ha tardado muchísimo en plantear un portazo a la UE y una salida sin acuerdo como una opción realista, y propone la ampliación del periodo de transición para negociar un tratado como el de Canadá pero a la medida del Reino Unido. El gabinete, tras el fiasco de Salzburgo, está dividido entre quienes apuestan por un simple acuerdo comercial y quienes apoyan a May. Los tories siguen negociando entre ellos mismos más que con Bruselas, y el tiempo apremia cada vez más.

May y la UE son como dos pistoleros del Oeste que se desafían a ver quién pestañea primero. La premier cree que la UE ofrecerá al final un traje a medida al Reino Unido, para cobrar los 45.000 millones de euros prometidos, y seguir importando y exportando como hasta ahora. Bruselas piensa que Londres tiene mucho más que perder si no hay acuerdo, y que Downing Street preferirá alterar sus líneas rojas y dar marcha atrás en temas como la unión aduanera, antes que arriesgars­e a elecciones anticipada­s o un segundo referéndum.

La “fórmula Boris” confía la resolución del problema de la frontera de Irlanda a tecnología­s rechazadas por la UE

El Gabinete se halla dividido entre quienes respaldan la táctica de May y quienes están de acuerdo con Johnson

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DAN KITWOOD / GETTY Johnson aspira a desbancar a May como líder tory y primera ministra

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