Merkel y Erdogan abren un deshielo pese a las “profundas diferencias”
Los líderes de Alemania y Turquía quieren una cita con Putin y Macron sobre Siria
Alemania y Turquía escenificaron ayer un incómodo pero necesario deshielo, tras dos años de particular tensión por diversos motivos, y pese a las “profundas diferencias” –así dijo la canciller alemana, Angela Merkel– que todavía separan a ambos países. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que llegó el jueves para una visita oficial de tres días a Alemania, expuso también sus agravios, durante una rueda de prensa conjunta en Berlín sembrada de toques mutuos de atención y de palabras de cooperación cuidadosamente calibradas.
Merkel, con todo, no vaciló en indicar en su presencia que las “diferencias” incluyen la libertad de prensa y el respeto a los derechos humanos en Turquía. “No es un secreto para nadie que ha habido profundas diferencias en nuestras relaciones en los últimos años, y que todavía las hay”, dijo la canciller. Según cómputo alemán, hay cinco ciudadanos alemanes o con doble nacionalidad turca y alemana encarcelados en Turquía por motivos políticos. Un caso muy conocido fue el del periodista Deniz Yücel, ya liberado. Merkel dijo que seguirá trabajando para que esos casos “se resuelvan lo más pronto posible”.
Pero Alemania y Turquía, países aliados en el marco de la OTAN, están además obligados por la geografía, la economía, y la circunstancias a entenderse lo mejor posible. Por eso, la canciller dejó claro que, además de la relevancia de que en Alemania viven tres millones de personas de origen turco, ambos países tienen intereses comunes, como combatir el terrorismo internacional y evitar nuevos flujos de migrantes procedentes de Siria.
Precisamente en ese terreno –la guerra en Siria–, acordaron preparar una reunión a cuatro bandas entre Merkel, Erdogan, y los presidentes ruso, Vladímir Putin, y francés, Emmanuel Macron, que se celebrará previsiblemente en octubre. “Nuestro propósito es abordar entre los cuatro la situación en Idlib, que sigue siendo muy inestable”, afirmó Merkel. Una ofensiva de las fuerzas gubernamentales sirias sobre el bastión rebelde de Idlib –donde hay también grupos yihadistas– podría desencadenar otra oleada de refugiados. Turquía ya alberga a 3,5 millones de refugiados sirios, y Alemania acoge a 1,6 millones de solicitantes de asilo.
Por otra parte, Erdogan reclamó más cooperación de Alemania contra grupos que Turquía considera terroristas, como el grupo rebelde kurdo PKK y los seguidores del clérigo Fettullah Gülen, a quien Erdogan responsabiliza del fallido intento de golpe de Estado de julio del 2016. Gülen, que reside en Estados Unidos, lo niega. Según las autoridades turcas, en Alemania viven
Merkel reclama libertad de prensa en Turquía, y Erdogan quiere que Alemania le ayude contra Gülen
miles de kurdos del PKK y cientos de turcos vinculados a Gülen. “Con la mutua confianza que nos profesamos, creo que su entrega haría nuestro trabajo más fácil”, dijo Erdogan. Merkel respondió que su país ya considera al PKK una organización terrorista, pero que los datos suministrados por Turquía “no son suficientes” para catalogar a los de Gülen de igual modo.
En la comparecencia, Erdogan confirmó que la justicia de su país pide la extradición del periodista crítico Can Dündar, que vive en Alemania, y al que los tribunales turcos condenaron en el 2016 a cinco años de cárcel por divulgar “secretos de Estado”. Dündar difundió un vídeo en el que supuestamente la inteligencia turca introducía armas en Siria. Tras ser liberado hasta que se resolviera su recurso de apelación, Dündar huyó del país. “Esa persona es un delincuente convicto según la ley turca”, afirmó Erdogan. Dündar tenía previsto ir a la rueda de prensa, pero decidió no hacerlo, ante el rumor de que Erdogan iba a cancelarla por su causa.
En el tibio y esforzado acercamiento entre Alemania y Turquía cuenta también el factor económico. “Alemania está interesada en una economía turca estable”, dijo Merkel, pues hay unas 7.500 empresas alemanas con sede en Turquía. El país de Erdogan necesita inversiones y turistas alemanes para corregir su economía, lastrada por la depreciación de su moneda, la lira turca.