El president y Valls
Aunque algunas últimas decisiones del Parlament y el Govern de la Generalitat y el nuevo libro de Puigdemont van en la línea de distender las relaciones con Madrid, las hojas de ruta del president Torra y del expresident Puigdemont siguen insistiendo una y otra vez en que su principal objetivo es llegar a la autodeterminación y a crear una república catalana independiente con una Constitución que elaborará un “Foro Cívico y Constituyente” que Torra afirma que deberá ponerse en marcha a mediados de octubre.
En las ultimas fechas hemos recibido la noticia de que los grupos JxCat y ERC en el Parlament van a acatar la suspensión de los parlamentarios procesados al tiempo que Pere Aragonès ha arrancado nuevas financiaciones y tratos más favorables para la deuda de la Generalitat, mientras otros consellers están negociando con Madrid gracias al nuevo diálogo con el PSOE con la declaración, en cada caso, esto sí, de que ello no significa renunciar al objetivo del referéndum de autodeterminación ni a las reivindicaciones sobre los políticos presos o los políticos independentistas fuera de España, que es la muletilla usada por los líderes del procés para evitar ser tildados de traidores.
Y mientras esto se produce en el frente independentista y de relaciones entre la Generalitat y la Moncloa, el barcelonés y ex primer ministro francés Manuel Valls anunciaba el día 25 de septiembre en el CCCB: “Vull ser el pròxim alcalde de Barcelona”, afirmación argumentada con ideas e informaciones sobre su relación familiar y emocional con Barcelona y su experiencia política y con un excelente análisis de los problemas que tiene la Ciudad Condal en la actualidad y que la están conduciendo hacia una dinámica perdedora, haciéndola retroceder en el ranking mundial de ciudades más atractivas: problemas de vivienda, gestión turística, inseguridad ciudadana, barrios complicados, etcétera.
Pese a lo dicho por sus detractores, Valls mostró un amplio conocimiento de las cuestiones que preocupan a los barceloneses y que van desde la cuestión del uso ilegal del espacio público, los narcopisos, los ocupas, la falta de viviendas sociales, los problemas de movilidad y transporte público en el Área Metropolitana y la falta de iniciativas que vuelvan a hacer que Barcelona retome el entusiasmo colectivo y el orgullo que exhibió cuando los Juegos Olímpicos.
Para ello, Barcelona necesita atraer talento, revertir el proceso de deslocalización de empresas y actividades, aprovechando las vinculaciones externas que situaron a Barcelona en el mundo y creando una “plataforma ciudadana transversal” que genere ilusión y se aparte de populismos, nacionalismos y demagogias.
A fuerza de sincero creo que la ciudadanía debería estar más de acuerdo con el realismo de Valls que con las utopías de Torra, en sus distintos planos barcelonés y catalán. Veremos lo que nos deparan las próximas elecciones que nos esperan.
La ciudadanía debería estar más de acuerdo con el realismo de Valls que con las utopías de Torra