El Raval agoniza

Agoniza entre basura en sus calles, que tan sólo es atendida por roedores. Agoniza entre malos olores, entre jeringuillas, entre griteríos previos a la reyerta, entre manos de los amigos de lo ajeno en los bolsos de sus vecinos, entre tirones de cadenas de cuello, entre móviles arrebatados, entre atracos en portales, entre ancianas golpeadas, violentadas y tiradas al suelo para robarles los diez euros que destinaban a la compra, entre indigentes en portales y yonquis durmiendo en sus bancos y aceras.

Agoniza ante la mirada impotente de los que lo habitamos, de los que recordamos su historia, no tan lejana, cuando aún se podía jugar en las calles, cuando se podía pasear por la noche, cuando se iba a la compra sin tener que llevar el monedero poco menos que entre la ropa interior.

Agoniza y los vecinos ya no sabemos qué hacer y volvemos a plantearnos el salir en patrullas nocturnas para intentar paliar el problema.

Pero a mi entender esa no es la solución, sino que quienes se precian de gestionar un barrio cosmopolita, multicultural y acogedor dejen su demagogia, sus postureos y se dediquen a aquello para lo cual se les nombró: servir al ciudadano. A los del barrio del Raval también.

LAURA FADRIQUE

Barcelona