La Vanguardia

El lector expone

El sistema y los enfermos mentales indigentes

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El pasado día 20 un conciudada­no de 57 años que vivía en la indigencia fue asesinado a puñaladas en los jardines de Sants donde dormía. En abril sucedió algo parecido en el Raval, un indigente de 30 años murió tras recibir una paliza. Según la Fundación Arrels, el 50% de los indigentes en Barcelona ha sufrido alguna agresión, y porcentual­mente el mayor objeto de agresión suelen ser mujeres.

Las personas que duermen en la calle no son libres, pues en la mayoría de los casos no pueden hacerlo en otro sitio, los servicios sociales también sufren colapso. Además, en los casos en que el indigente padece una enfermedad mental, las decisiones que toma para no dejarse ayudar por familiares o servicios sociales están tomadas en muchas ocasiones por enfermedad­es muy estigmatiz­antes, es decir, tampoco son libres porque no decide el enfermo, sino la enfermedad.

El sistema de puertas para afuera es como una valla recién pintada, de puertas para dentro muestra señales de óxido. Los juzgados pueden dictar medidas cautelares para ayudar a los enfermos y ponerlos en manos de fundacione­s que reciben fondos de la Generalita­t y de la obra social de algunos bancos, pero carecen de recursos residencia­les y se apoyan en servicios sociales ajenos muy colapsados. La ley de protección de datos es usada como parapeto para que los familiares no sepan lo que se hace con el enfermo, y dormir en la calle, a pesar de haber una orden judicial, supone un alto riesgo para un enfermo que en la indigencia no podrá seguir la terapia y el tratamient­o adecuadame­nte.

El sistema se oxida, y las familias tienen que luchar contra la enfermedad y contra el sistema. SANTIAGO ORTIZ LERÍN

Córdoba

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