Jennifer López y cómo salir del Bronx
Manhattan ha sido el escenario donde esta semana se ha producido el lanzamiento de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, como icono de moda, adoptando el confuso papel de primera dama de un país en el que existe una reina que es, precisamente, la figura en la que se miraron las esposas de jefes de Estado electos para adoptar un papel público. En tiempos de la reina Sofía, ya se producían algunos malentendidos en las sucesivas cumbres iberoamericanas, único foro en el que coincidían la esposa del presidente del Gobierno y la del Jefe del Estado de España, sobre todo en tiempos de Ana Botella, quien como su marido, José María Aznar, siempre miraron con ojos de envidia okupa a los moradores de la Zarzuela. Las primeras damas son las esposas de los presidentes que son jefes de Estado pero en España, el jefe del Estado es el Rey y su mujer, la Reina. No existe la figura de primera dama, aunque la esposa de Sánchez ha actuado como tal, asumiendo ese papel en los diversos encuentros que ha mantenido con quienes sí tienen esa consideración e incluso un papel oficial claramente establecido.
En cualquier caso Begoña Gómez ha elegido acompañar a su marido en su gira por Canadá y Estados Unidos (a quién le amarga un viaje a Nueva York) y ha aprovechado la ocasión para erigirse en embajadora oficial de la moda española. Para lograr su objetivo, tanto en el extranjero como en España, su consultora de moda (así se refiere a ella misma), Collen Murphy,le
montó hace unos días en La Moncloa un encuentro con la junta directiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la mujer de Sánchez se comprometió a promocionar la moda y la confección española.
Begoña Gómez apareció en Canadá luciendo un vestido de punto de Adolfo Domínguez, pero su gran puesta de largo, aunque el vestido era midi, fue en la recepción que el presidente de Estados Unidos Donald Trump y su esposa Melania
ofrecieron en Nueva York a los mandatarios asistentes a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En el mismo escenario, en el que hace unos años tuvo lugar la aparición de las dos hijas de José Luís Rodríguez Zapatero vestidas de góticas, junto a sus padres y el matrimonio Obama, Pedro y Begoña posaron con Donald y Melania. La esposa del presidente español eligió un vestido multicolor de Delpozo, la firma española más in- ternacional que hasta ahora diseñaba Josep Font. El modelo cuesta 2.300 euros pero la firma se lo ha prestado (o regalado), igual que han hecho el resto de marcas elegidas para este viaje, como Purificación García y Ángel Schlesser. Begoña Gómez, siguiendo sin duda los pasos de la Reina, también lució un vestido de Carolina Herrera, firma propiedad de la empresa Puig y cuyas prendas se confeccionan en España. Lo llevó en el encuentro que Melania ofreció a las primeras damas que luego, ya sin la mujer de Trump, fueron a comer a un restaurante de Manhattan. Fue el momento en el que Begoña Gómez hizo migas con Juliana Awada, la esposa del presidente de Argentina, Mauricio Macri y donde se pudo comprobar que si no fueron separadas al nacer, lo parecen.
Hay mujeres que tienen un estilo natural y otras que lo adquieren y luego está quien, como Georgina Rodríguez, la novia de Cristiano Ronaldo, no puede evitar marcar paquete. A ella y a tantas otras se le podría aplicar lo que se dice de Jennifer López: “puedes sacarla del Bronx, pero el Bronx nunca saldrá de Jennifer López”.