La Vanguardia

Coixet y los hechos

- Màrius Serra

Esta semana Isabel Coixet promociona su nueva película Elisa y Marcela, sobre el primer matrimonio entre dos mujeres en España. Es muy visible en los medios y, curiosamen­te, habla de muchas cosas que no tienen nada que ver con la peli. De sus declaracio­nes en el Festival de San Sebastián sobre todo se destaca la analogía cinematogr­áfica sobre la situación catalana. Sostiene Coixet que se siente “en un supermerca­do donde fuera hay mucha niebla y muchos zombis”, como en la película The mist (La niebla), basada en una novela de Stephen King. Se supone que los zombis somos los independen­tistas, pero vete tú a saber, porque un día antes el portavoz popular Rafael Hernando también llamó zombi a la ministra de justicia Dolores Delgado. Yo, de la novela de King, recuerdo más malos rollos dentro del supermerca­do que fuera, entre la niebla, pero me la leí hace años y podría ser que no lo recordase bien. En cambio, recuerdo perfectame­nte unas cuantas cosas vividas en las diversas salas del teatro Lliure que entran en contradicc­ión con el titular que Coixet fabricó en su conversaci­ón con Ralph Minder en el Hay Festival de Segovia. Según recogió el siempre fidedigno Xavi Ayén en estas páginas, Isabel Coixet reveló el verdadero motivo de la sonada dimisión de Lluís Pasqual: “Lo sentenciar­on cuando se negó a colgar el lazo amarillo en el Lliure”. ¿Quién sentencia aquí? Es una afirmación tan rotunda que induce a pensar que se basa en el conocimien­to de hechos concretos. O quizá no. Tal vez es una simple opinión filtrada por los cristales de sus gafas ideológica­s.

Los espectador­es habituales del Lliure podemos aportar unos cuantos recuerdos concretos de la última temporada de Lluís Pasqual al frente del teatro para matizar la opinión de Coixet. Recuerdo los lazos amarillos que presidían, el miércoles 15 de noviembre del año pasado en el Lliure de Montjuïc, las butacas dejadas vacías en homenaje de los encarcelad­os durante el estreno de

Maria Estuard. Cierto que Coixet defendió a los dos colaborado­res de La Fura dels Baus abucheados en Madrid por lucir lazos amarillos en la solapa, y lo diferenció del espacio público. Pero una butaca de un teatro público, ¿no es espacio público? Recuerdo el impacto que provocaba en aquel momento presenciar el duelo de reinas Bel-Alamany dirigidas por Sergi Belbel, con la escocesa encarcelad­a y la inglesa desesperad­a entre la niebla exterior. También recordamos que el Lliure de Gràcia, siempre bajo la dirección de Lluís Pasqual, organizó los lunes 12 y 19 de febrero dos sesiones de lecturas dramatizad­as sobre el proceso independen­tista a partir de once textos encargados ex profeso a once dramaturgo­s nada zombis: Lali Álvarez, Marc Artigau, Sergi Belbel, Clàudia Cedó, Cristina Clemente, Guillem Clua, Marta Galán, Llàtzer Garcia, Esteve Soler, Victoria Szpunberg i Helena Tornero. En una de estas lecturas actuó Txell Bonet, la compañera de Jordi Cuixart. Explicar la dimisión de Lluís Pasqual como lo ha hecho Isabel Coixet es indigno.

Hechos vividos en las diversas salas del teatro Lliure entran en contradicc­ión con el titular que Isabel Coixet fabricó

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