La Vanguardia

El actor Oriol Pla sube a su familia a las tablas del Lliure con ‘Travy’

- J. BARRANCO

Tiene sólo 25 años pero ya le han dado carta blanca en el Teatre Lliure para que monte el espectácul­o que quiera. Podía haber pedido que le dirigiera un gran pope de la escena internacio­nal. O convertirs­e en el Hamlet de Shakespear­e. Pero lo que le parecía más honesto y lo que le apetecía hacer a Oriol Pla, uno de los actores que está en estos momentos en boca de todos gracias a trabajos como la serie El día de mañana, era un espectácul­o más pequeño. Un cuento en código de clown. Y en familia: con su padre, su madre y su hermana, con los que ha hecho teatro desde que era un niñito. El resultado es Travy, que se estrena el miércoles en el Lliure de Montjuïc y donde teatro y la vida no se mezclan sino que son lo mismo, porque, como explicó ayer Quimet Pla, padre de Oriol , “si no tengo el teatro para levantarme cada día la vida no tiene sentido”.

Quimet Pla fue uno de los fundadores de Comediants. Conoció a Núria Solina en 1972 y ella formaba parte del otro grupo de teatro de calle existente: Picatrons. Sus hijos Oriol y Diana les acompañaba­n a los bolos desde niños, aplaudían los primeros para animar a la gente y luego iban a dormir al camerino. Al acabar, mientras sus padres desmontaba­n, ellos subían al escenario a hacer un número. A los seis años ya tenían un espectácul­o: Quatre fustes i un paper.

“La casa parecía a veces una sala de ensayo donde todo el mundo podía hacer lo que quería y nos aplaudíamo­s nosotros mismos las buenas bromas que hacíamos riéndonos de nosotros mismos. En ese caos en el que no éramos capaces de reunirnos a la misma mesa para cenar, crecimos conociendo gente de teatro y viviendo esta manera de hacer las cosas desde el amor a la libertad. Luego te haces mayor y los caminos se dispersan”, recuerda Oriol. Que cuenta que la obra “va de una familia de juglares, teatrera, en la que los personajes de Quimet i Núria son clowns viejos que no se acuerdan de ningún gag, de ningún número, están en un no lugar. La hija no quiere ser payasa. Está a punto de romperse todo. Y llega el hijo que ha estado fuera unos años haciendo algo que le va bien . Regresa porque quiere hacer un espectácul­o con la familia. Y ahí comienza y a ver si sale porque cada uno va a su bola y todos necesitan el teatro para vivir. Cuando hacen teatro se les enciende todo. Cuando no, están perdidos”. Un cuento que se parece a sus protagonis­tas y que a Oriol le sirve, señala, para explorar sus miedos y entenderse mejor a él y a su familia.

El actor dirige a su hermana y sus padres, pioneros del teatro de calle y con los que actuó desde pequeño

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ROS RIBAS Una escena de Travy, que se estrena en el Lliure de Montjuïc

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