El Espanyol se queda a medias
Los de Rubi sacan un punto del desorden de Vallecas y siguen sin ganar a domicilio
Hay rivales que destacan, más que por su propuesta, por su capacidad de desconcertar y hacer peor a su rival. Y el Rayo es uno de ellos. Capaz de cualquier cosa, ayer consiguió contagiar su anarquía a un Espanyol que no sólo es mejor equipo, sino que en líneas generales fue el mejor del partido. Sin embargo, los blanquiazules sólo consiguieron irse de Vallecas con el zurrón medio lleno, aun mereciendo y buscando mayor recompensa. Pese a seguir sin conocer aún la victoria a domicilio, los de Rubi pueden permitirse continuar mirando arriba.
Y eso que el técnico volvió a rotar su equipo titular con hasta cinco cambios para rendir al mismo nivel. Porque si algo ha conseguido el míster españolista en sólo siete jornadas de Liga es dar cabida a prácticamente todas sus piezas en el equipo. Salvo Roberto y los recién llegados del filial Álex López y Pipa, toda la plantilla ha tenido ya minutos y su participación no ha sido meramente testimonial.
Más convencional se mostró el técnico local, que apostó por dar continuidad al bloque que el martes rascó un trabajado empate en Anoeta. El caso es que fue el Rayo quien salió más motivado y convencido de sus posibilidades y en una acción personal de De Tomás ya se encontró con el gol cuando aún no se había alcanzado el minuto 6 de juego. El ariete cedido por el Real Madrid vio hueco y aprovechó que nadie le entraba para ensayar un disparo exterior raso y cruzado que se coló rozando el palo derecho de Diego López. Su estirada fue baldía.
Era la primera vez que el Rayo empezaba un partido ganando esta temporada y, a su vez, la primera que el Espanyol de Rubi arrancaba perdiendo. Un nuevo reto para los blanquiazules, que decididamente se pusieron el mono de faena y se hicieron con el control absoluto del partido ante un rival que, contraviniendo su carácter aventurero, no hizo ascos a la prudencia y juntó líneas. La labor no se presumía nada fácil para un Espanyol al que ya le costó abrir la lata ante el Eibar. Pero el desconcierto que causó en el Rayo un mal servicio de córner por parte de los visitantes ayudó a que Borja Iglesias pusiese las tablas ya en el 19. El gallego estuvo atento a la segunda jugada de su equipo para hacerse con el rechace de Alberto a un primer disparo de Hermoso.
La igualada abrió de nuevo el partido, y Míchel mandó a los suyos estirarse de nuevo y presionar en la salida de su rival. Un escenario que, bien gestionado, se antojaba el mejor para los de Rubi, por más que los balones filtrados de Imbula a De Tomás resultaban una amenaza. Y así fue. Ya que el Rayo ejemplifica como ningún otro equipo de Primera la teoría de la manta, y cuando trata de venirse arriba hace aguas en defensa. Y no es que el Espanyol aprovechase una contra o un robo para adelantarse. Le bastó un centro al área que Sergio García no acertó a empalmar de volea. Su disparo rebotó en un defensor y Granero sólo tuvo que colocarla para poner el 1-2 al filo del descanso.
La alegría duró poco a los blanquiazules. Y tras la reanudación los locales se encontraron con un penalti cuando Advíncula se trastabilló en el área con Dídac. Kakuta sirvió el empate desde los once metros. Con prácticamente todo ese segundo período por delante, el Espanyol volvió a la suya para seguir como dueño del encuentro, si bien la entrega y la valentía que mostró el Rayo, además de ofrecer un bonito espectáculo, dificultó mucho las cosas a los visitantes. En esos minutos, el Rayo estuvo a punto de marcar en una doble ocasión de Embarba que atajaron Diego López y Hermoso bajo palos. Los locales se crecieron y consiguieron arrebatar la iniciativa a los blanquiazules, que también demostraron tener esa capacidad para apretar los dientes cuando hay que hacerlo. Los locales, sin embargo, acabaron sufriendo y dando el empate por bueno.
MÁS ROTACIONES
El míster blanquiazul realizó hasta cinco cambios en su once sin desfigurar el equipo