La Vanguardia

Hielo y fuego en París

Europa manda tras el primer día gracias a una remontada histórica en los ‘foursomes’

- LUIS BUXERES

Tembló París por momentos. Los gritos desde Versalles se oyeron en todas las puertas de la capital francesa. Hasta la torre Eiffel debió de afinar el oído a ver qué pasaba. Era Sergio García triturando a sus rivales. Tommy Fleetwood metiendo putts. Miles de personas chillando eufóricas. En definitiva, era la Ryder Cup, cuyo primer plato se sirvió ayer y no dejó a nadie indiferent­e. Se reescribió la historia en Le Golf National, donde por primera vez en el torneo, cuya edición inaugural se disputó hace 91 años, Europa firmó un 4-0 en una jornada de foursomes. Una proeza que dio la vuelta al marcador de manera radical, dejándolo favorable a los del Viejo Continente por 5-3 tras el primer día de competició­n. Imposible imaginar un inicio de tal emoción.

Versalles no es Invernalia. Ni Justin Rose es un caminante blanco. Pero Europa cantó en París una auténtica canción de hielo y fuego para empezar la Ryder Cup. Congelado empezó el día Thomas Bjorn, saldada con un estrepitos­o fracaso su apuesta por alinear a cuatro de los debutantes ya en los primeros partidos. Sólo Fleetwood, a la vera del impenetrab­le Francesco Molinari, aguantó el tipo en los fourballs y sumó un punto fundamenta­l para entender lo que sucedería luego. “Supimos creer como equipo”, subrayaba el capitán al concluir la jornada. “Y nos vamos a casa con muy buen sabor de boca”, confirmaba.

Un escenario difícilmen­te imaginable a la conclusión de la primera ronda de matches matinales, que arrojó la cruel derrota de Jon Rahm en el último hoyo y también las pésimas sensacione­s que transmitió Tiger Woods, irreconoci­ble tras su triunfo del domingo. Ninguno de los dos salió a jugar por la tarde.

Pero las notas de la canción dieron un giro radical bien pronto y el hielo europeo empezó a derretirse a la que comenzó la segunda tanda de matches, los foursomes, en los que Europa se levantó del suelo y tiró de orgullo, dejando algunos momentos para el recuerdo. Y es el que 4-0 vespertino fue tan indiscutib­le que ningún partido alcanzó ni siquiera el hoyo 17. La paliza fue brutal y quién sabe si puede dejar secuelas entre las barras y estrellas.

La única certeza es que Europa dejó unas sensacione­s magníficas al finalizar la tarde. Sergio García, que roza ya el histórico récord de puntos de Faldo, brilló con luz propia junto a Alex Noren, todo un veterano que debutaba en una Ryder. Entre los dos aplastaron literalmen­te a Phil Mickelson y Bryson de Chambeau. Esta mezcla de veteranía y extravagan­cia dejó a Jim Furyk muy señalado, confirmada la pareja como un fracaso absoluto.

Y, tras apenas unas horas de competició­n, ya sobresalen dos nombres por encima de todos los demás. Tommy Fleetwood y Francesco Molinari han formado una pareja indestruct­ible, los únicos en sumar dos puntos. No sorprende tanto el rendimient­o del italiano, vencedor este año del British. Sí, en cambio, el de Fleetwood por su condición de rookie. Pero el inglés ya lleva un tiempo bendecido por los dioses del golf –que bien podrían llamarse Severiano, Arnold, Sam o Bobby– y ha demostrado estar preparado para la presión que supone una competició­n como la Ryder. Su facilidad para meter putts señaló el camino de Europa como las piedras que Hansel dejó en el bosque.

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JAMIE SQUIRE / GETTY Sergio García ganó su partido ayer por la tarde junto a Alex Noren

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