Estados Unidos se ahoga
Europa está a un paso de recuperar el trofeo después de otra jornada implacable
De la batalla de Brookline al milagro de Medinah no hay que pasar por París. En eso confían Thomas Bjorn y sus muchachos, porque sólo una hecatombe evitaría que Europa recuperase hoy la Ryder Cup en Le Golf National. El 10-6 que campea en el marcador se antoja una subida con demasiada pendiente para los desnortados pupilos de Jim Furyk. Claro que lo mismo pensaban Europa en 1999 y Estados Unidos en el 2012, y la historia les dejó en mal lugar.
Cuatro puntos son la máxima desventaja que se ha remontado nunca en la historia de la Ryder Cup. Ha ocurrido dos veces, una por bando, y ambas en los últimos veinte años. A eso se agarrará el capitán norteamericano para alentar a los suyos. “Es posible” será el mensaje. La fortaleza que ha mostrado Europa en los dos primeros días de competición lo convierte en una misión casi imposible.
Sustentado por Tommy Fleetwood y Francesco Molinari, convertidos por méritos propios en la mejor pareja europea de la historia de la Ryder, la primera capaz de sumar cuatro puntos en sus cuatro partidos –los norteamericanos Larry Nelson y Lanny Wadkins lo lograron en 1979–, el Viejo Continente desprende unas sensaciones inmejorables. Parece mucho más cer- ca de ampliar el marcador que de ser avasallado por un rival que más allá de Jordan Spieth y Justin Thomas tiene poco a lo que sujetarse.
Europa, como aspirante, necesita sumar 14,5 puntos para recuperar el trofeo. Ya ha recorrido la mayor parte del trayecto, pero le queda el tramo final, siempre el más complicado en casi todos los aspectos de la vida. Para evitar el triunfo europeo, Estados Unidos es consciente de que necesita comenzar fuerte la jornada para intentar que afloren los nervios en las filas rivales. “Las dos veces que se han remontado cuatro puntos ha sido con un inicio rápido”, recordaba Furyk. El capitán estadounidense acompañó sus palabras con hechos y alineó a la mayoría de sus mejores hombres para los primeros partidos de este domingo. Nombres como Justin Thomas, Brooks Koepka o Tiger Woods, que se medirá a Jon Rahm, intentarán colocar pronto los cimientos de la remontada y encomendarse luego a los dioses del golf. Salvo en la primera sesión de partidos, en la que quizás los novatos europeos notaron un poco los nervios, da la sensación de que el equipo norteamericano no ha estado cómodo en ningún momento sobre el verde de Le Golf National. El feroz recorrido versallesco, cuyo rough se traga las bolas con la misma facilidad que Trump se mete en charcos.
La superioridad sin paliativos del equipo europeo tiene dos nombres propios, que ya forman parte de la historia de la Ryder Cup y nadie podrá nunca superarles, sólo igualarles. Tommy Fleetwood y Francesco Molinari han alcanzado la perfección en París formando una pareja avasalladora e imbatible. Ni siquiera Seve y Olazábal, que lograron 3,5 puntos de 4 en dos ediciones seguidas, habían logrado un pleno semejante. Los dos estiletes europeos se han compenetrado de una manera letal para los rivales. “Cuando uno estaba liado, el otro siempre hacía birdie”, se lamentaba un resignado Tiger Woods. “Eso es el match play”, añadía. El Tigre ha perdido sus tres partidos en esta Ryder y todos jugando contra el inglés y el italiano, que también le ganó en el último British. Y es que Molinari parece tocado por una varita mágica.
“No sé en qué planeta vive, pero seguro que no en el que viven los demás jugadores. Sus tiros aterrizan siempre a un metro del hoyo, no sé cómo lo hace”, dice Bjorn, que le ha situado en los últimos partidos del domingo, en busca de un punto salvador en caso de que EE.UU. amenace con remontar. En la Ryder todo es posible.
ESTADOS UNIDOS
El capitán Jim Furyk busca el milagro y pide a los suyos que traten de desequilibrar a los rivales
EUROPA
Tommy Fleetwood y Francesco Molinari son los ejes de la superioridad sin paliativos europea