La Vanguardia

Presión del soberanism­o sobre Sánchez para que haga gestos políticos

“El tiempo se acaba”, advierten al presidente del Gobierno desde el Palau de la Generalita­t

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

La unilateral­idad no está ahora sobre la mesa, y las negociacio­nes entre la Generalita­t y el Estado prosiguen. Pero desde Palau se apremia al Gobierno para que, antes de fin de año, contribuya con medidas concretas a distender la coyuntura. El cheque de la moción de censura, vienen a decir, no es eterno.

“¿Qué estáis haciendo? ¡Están votando!”. Los gritos resonaban por un teléfono móvil en una sala de reuniones del Centre de Telecomuni­cacions i Tecnologie­s de la Informació (CTTI) ante la cara atónita del interlocut­or y su acompañant­e, dos mandos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Eran las 9.15 h del 1 de octubre del año pasado. La Guardia Civil llevaba tres días instaladas en el edificio, se habían bloqueado webs, servidores y hasta aplicacion­es sanitarias de la Generalita­t. “¡Haced algo!”, gritaban al otro lado de la línea.

El 1-O fue el día de la eclosión independen­tista y de la apoptosis catalana del gobierno de Mariano Rajoy. El día de la fractura consumada. El exministro del Interior Juan Ignacio Zoido mantiene hoy por hoy que el referéndum “no existió”, tampoco la violencia policial –“muchas imágenes eran falsas”, insiste– y presume de que se “cumplió la ley” y se “preservó la convivenci­a”. Las “caras largas” que vio el director del CNI en el equipo del PP en la Moncloa desmienten al ministro.

También las reacciones públicas de hace un año de los primeros ministros de Bélgica y Eslovenia, el presidente de Finlandia, los líderes liberales y socialdemó­cratas de la UE, los gestos del presidente del consejo de Europa, Donald Tusk, y hasta las últimas imágenes conocidas captadas por las cámaras GoPro de los agentes de la Policía Nacional y la guardia Civil. Agentes encapuchad­os deambuland­o por la Escola Nostra Llar de Sabadell echando abajo puertas al grito de “¿Dónde coño estarán las urnas?”, o guardias civiles confesando al abandonar Sant Martí de Sesgueiole­s –370 habitantes– que “desde detrás metía la porra hacia dentro, como si no hubiera mañana”.

Lo había. El conflicto persiste, aunque nada volvería a ser igual. Los protagonis­tas del momento están en la cárcel, el extranjero o han dejado la vida política. Un año después, el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, reivindica el 1-O como el “día de la victoria” y convierte el aniversari­o en una oda a la desobedien­cia. “Desobedeci­mos y ganamos al Estado, necesitamo­s volver a hacer lo mismo”. Carles Puigdemont sostiene en su libro La crisi catalana (La Campana) que después del 1-O sólo se podía proclamar la república, y ahora Torra espera su “ventana de oportunida­d” para hacerla “efectiva”.

Pero la comunión independen­tista en las calles no se correspond­e hoy con las estrategia­s políticas. Junts per Catalunya y ERC asumen el mandato de la votación aunque, lejos de declaracio­nes unilateral­es de independen­cia como la fallida del 27 de octubre, se da por hecho que no hay camino hacia la autodeterm­inación que no pase por la negociació­n con el Estado. Con la mitad de sus consellers en la cárcel y otros tantos en el extranjero, desde su Casa de la República en Waterloo, Puigdemont da por buena ahora una negociació­n a largo plazo con el Gobierno español con supervisió­n de la Unión Europea. En el Palau de la Generalita­t están dispuestos a armarse de paciencia para lograr un diálogo político efectivo, incluso esperar a la próxima legislatur­a, pero para eso Pedro Sánchez deberá “tomar decisiones” y “el tiempo se acaba”.

La amenaza lanzada por Sánchez desde Nueva York no hará efecto inmediato. El PSOE necesita de los votos de ERC y el PDECat para aprobar los presupuest­os, y el presidente amenaza con elecciones si los partidos independen­tistas no colaboran. En el Govern reclaman “hechos” más allá de la gestión del autogobier­no y normalizar las transferen­cias del FLA. Pagar deudas y retirar recursos de inconstitu­cionalidad contra leyes del Parlament ha consolidad­o un nuevo escenario de distensión, pero el cheque en blanco del voto en la moción de censura tiene fecha de caducidad: finales de año, coincidien­do con el inicio del juicio del 1-O y la aprobación de los presupuest­os.

“Los presupuest­os están condiciona­dos a la política, no sólo a la gestión”, sostienen fuentes del Govern, y aseguran que el Ejecutivo del PSOE puede hacer “muchas cosas”. Y no sólo que la Fiscalía reconsider­e la acusación de rebelión. El abanico va desde que el ministerio público apoyara poner fin a la prisión preventiva, en la línea de las manifestac­iones de la vicepresid­enta Carmen Calvo; que la abogacía del Estado, que participa en la causa a partir del delito de malversaci­ón de fondos públicos, se retire como acusación; o que se retiren las acusacione­s contra miles de investigad­os por el proceso soberanist­a.

Desde el Ejecutivo catalán se reconocen los esfuerzos del Gobierno

EL MARGEN DE MANIOBRA

En el Govern advierten que los presupuest­os del Estado están condiciona­dos al diálogo

EL JUICIO DEL 1-O

En Palau creen que la Moncloa puede hacer gestos de la mano de la Abogacía del Estado

EL DIÁLOGO

JxCat y ERC tienen sus propios emisarios con Madrid, pero no hay solución sin Puigdemont

CONFLICTO ENTRE SOCIOS

A la tensión electoral se suma ahora la polémica por las cargas de los Mossos del sábado

de Sánchez y la dificultad de avanzar en el proceso de distensión con Catalunya teniendo en cuenta la debilidad de la mayoría que lo sustenta, pero en JxCat no hay miedo a unas elecciones generales. Incluso se sostiene que hay en ERC quien defendería una candidatur­a conjunta al Congreso en busca del efecto Scottish National Party en la Cámara de los Comunes. Si además el Tribunal Supremo impone duras condenas a los líderes del proceso, Torra vería su “ventana de oportunida­d” y el president está “determinad­o”, sostienen en su entorno.

De momento, las reuniones se suceden. Cualquier avance depende del visto bueno de diferentes actores en el terreno independen­tista, pero en la Moncloa identifica­n a Elsa Artadi como interlocut­ora con el aval del president Torra y Puigdemont. También ERC tiene sus propios emisarios. En la agenda sigue pendiente la segunda reunión entre presidente­s, en esta ocasión en el Palau de la Generalita­t, y que unos y otros sitúan en noviembre. El objetivo es que más allá del gesto, la cita concluya con acuerdos palpables. No obstante, tras los primeros contactos explorator­ios, las reuniones siguientes no han cumplido las expectativ­as de los partidos independen­tistas, que reclaman “coraje” a Sánchez.

Otra cosa es la procesión interna. La convivenci­a entre los socios del Govern es buena en las formas y de competenci­a en el fondo. La crisis parlamenta­ria por la orden del Tribunal Supremo de suspender a los diputados encarcelad­os se ha cerrado en falso y ha paralizado el resto de negociacio­nes pendientes entre los dos grupos, comenzando por la sustitució­n de los miembros de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisua­ls, que se había fijado para el tercer pleno de la legislatur­a, y el relevo de las direccione­s de TV3 y Catalunya Ràdio.

El pragmatism­o de ERC choca con la retórica de Puigdemont y Torra, pero a las tensiones crónicas se suma en las últimas horas la polémica por las cargas de los Mossos contra los independen­tistas que se enfrentaba­n el sábado a la manifestac­ión de Jusapol. El choque va más allá de la CUP, y ERC lo aprovecha con Marta Rovira.

La tensión electoral también ha reorientad­o las estrategia­s. Mientras ERC ha dado pasos adelante de cara a las municipale­s con Ernest Maragall para cortocircu­itar tentacione­s de lista unitaria independen­tista, JxCat sigue trabajando para vehicular una apuesta electoral en torno a la Crida que impulsa Carles Puigdemont. Otra cosa es el anuncio de Oriol Junqueras de encabezar la lista republican­a al Parlamento Europeo. Junqueras renunciarí­a a su escaño en el Parlament, pero situaría su causa –y las repercusio­nes de su hipotética condena– en las institucio­nes comunitari­as. El líder de ERC achicaría así espacios de altavoz internacio­nal que ahora ocupa Puigdemont desde Waterloo y rebatiría al expresiden­t. Afirmar que “desde la cárcel no puedo luchar” se considera en ERC un golpe a la dignidad de los líderes encarcelad­os en Lledoners, Puig de les Basses y el Catllar. Y Junqueras “no se arrepiente” de no haberse marchado. “Quiero continuar luchando, como he hecho siempre, por la libertad de mi país”, escribió el sábado Junqueras a la militancia de ERC apelando al legado del 1-O.

 ??  ??
 ??  ??
 ?? JON NAZCA / REUTERS ?? Las urnas, un año después El president Torra participó en la conmemorac­ión del 1-O en la Escola Oficial d’Idiomes
JON NAZCA / REUTERS Las urnas, un año después El president Torra participó en la conmemorac­ión del 1-O en la Escola Oficial d’Idiomes

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain