La Vanguardia

Campeón del mundo.

El ciclista murciano logra a los 38 años el título mundial que tanto ha perseguido

- XAVIER G. LUQUE Barcelona

El murciano Alejandro Valverde ganó en Innsbruck el oro del Campeonato Mundial de ciclismo (tras dos platas y cuatro bronces en ediciones previas) que corona, a sus 38 años, su gran carrera deportiva.

“Ya lo he hecho todo”. Alejandro Valverde, 38 años, dos veces plata y cuatro bronce, consiguió por fin la medalla de oro que tanto ansiaba y que tanto ha perseguido. Un oro buscadísim­o y merecidísi­mo que sitúa en el punto más alto posible su carrera deportiva, confirma su clase tantas veces demostrada y convierte al ciclista murciano en doblemente eterno. Por su ingreso en la relación de los campeones del mundo, toda una élite, y por su extraordin­aria longevidad deportiva.

En el 2003, quince años atrás, obtuvo su primera medalla de plata. Ahora, catorce meses después de partirse la rótula en el Tour de Francia 2017, una lesión que podía avanzar el final de su carrera, y con un brillante historial de victorias en clásicas, etapas y carreras de todo tipo, Alejandro Valverde es ya, por fin, campeón del mundo. El maillot arco iris es suyo.

Posiblemen­te era su última oportunida­d, aunque conociéndo­le no habría que descartar que esté de nuevo entre los favoritos dentro de un año. Como él mismo proclamó, ya lo ha hecho todo. Y añadió: “Ya me puedo retirar tranquilo”. Pero él sabe perfectame­nte que el gancho del garaje seguirá esperando la llegada de su bicicleta. ¿Quién se retira sin lucir el arco iris durante doce meses?

El Mundial de Innsbruck fue un espectácul­o sensaciona­l, como se veía venir. Un recorrido pensado para coronar a un campeón entre campeones, sin margen para las sorpresas. Y después de la fuga clásica, de los movimiento­s de desgaste protagoniz­ados por las seleccione­s más potentes y de los ataques desesperad­os de ciclistas que buscaban su día de gloria, en la última vuelta, la que incluía el ascenso extra a Gramartbod­en y su rampa infernal del 28% de desnivel, llegó el momento de los más fuertes.

La selección española realizó una labor de equipo impecable. Todo les salió a pedir de boca. Todos jugaron su papel y todos se dejaron la piel para colocar a Valverde en el punto idóneo. Castroviej­o se deslomó en el llano, Omar Fraile se metió en una fuga con inteligenc­ia, Jesús Herrada y Mikel

Nieve aguantaron hasta la extenuació­n y, muy especialme­nte, David de la Cruz y Jon Izagirre, los últimos que resistiero­n con Valverde, son parte destacada de la victoria española. En cambio, Enric Mas se vio superado por la distancia y no pudo colaborar en la parte final. Empezó a quedarse sin fuelle a unos 25 kilómetros de la meta y optó por abandonar.

Italia, Francia y Holanda también actuaron con energía y poco a poco fueron rodando cabezas: Simon Yates, Kwiatkowsk­i, Dan Martin, Roglic, Nibali, Van Avermaet... El ritmo era infernal y finalmente se formó un grupo de seis claros aspirantes a todo en el que había tres franceses (Pinot, Bardet y Alaphilipp­e), un italiano (Moscon), un canadiense (Woods) y Valverde. Francia tenía el Mundial en sus manos, pero en uno de los momentos de mayor intensidad, y más determinan­tes para la victoria del murciano, flaqueó Alaphilipp­e, un adversario temible. Pinot y Moscon también cedieron y ya sólo quedaron tres: Valverde, Bardet y Woods. Las tres medallas, un acuerdo fácil. Por detrás, escalando a su ritmo, haciendo eses para reducir el desnivel, apareció Tom Dumoulin. El neerlandés sufrió lo indecible y consiguió unirse a la cabeza de carrera en el descenso. Pero llegó fundido y no pudo meterse realmente en el sprint, donde Valverde dio un auténtico recital de experienci­a, de astucia... y de fuerza, que era imprescind­ible para dominar a sus rivales con cierta claridad. Después de 258,5 kilómetros. Después de 6 horas y 46 minutos de sufrimient­o sobre la bicicleta. Ahí estaba Alejandro Valverde para ganar el sprint de su carrera, el sprint de la eternidad. Sus rivales se situaron a rueda, buscando sorprender­le. Él iba mirando atrás y esperando, esperando, esperando... hasta que Bardet saltó como impulsado por un resorte. Y Valverde debió decirse, “ahí esta el oro, voy a buscarlo”. Avanzó a Bardet y entró triunfador en la meta de Innsbruck. Luego todo fueron abrazos y lágrimas. Campeón del mundo. Por fin.

Bardet, Woods y Dumoulin llegaron con el murciano, que les superó en el sprint de su vida

Impecable actuación de la selección española, con mención para Jon Izagirre y David de la Cruz

Lucir el maillot arco iris durante un año será el colofón a una carrera excepciona­l

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CHRISTOF STACHE / AFP
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ALESSANDRO TROVATI / AP El gesto de euforia de Valverde en la meta es el colofón a casi siete horas de esfuerzo y a toda una carrera persiguien­do el título mundial
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Óscar Freire Verona Lisboa Verona
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Igor Astarloa Hamilton
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Alejandro Valverde Innsbruck
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Abraham Olano Duitama

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