La Vanguardia

Fallece Macià Alavedra, el negociador de Jordi Pujol

Fue titular de tres conselleri­es y recibió condena por su papel en el caso Pretoria

- Jesús Conte J. CONTE, periodista. Fue jefe de prensa de CDC (1983-1987) y de Presidènci­a de la Generalita­t (1998-2003)

Liberal, bon vivant, epicúreo, con actitud positiva en la vida, hábil negociador en busca del denominado­r común, conversado­r ameno y divertido son caracterís­ticas que definen a Macià Alavedra, fallecido a los 84 años la noche del pasado sábado.

Uno de los personajes más activos del último cuarto del siglo pasado, formó parte de un repóquer de ases de Convergènc­ia junto con Jordi Pujol, Miquel Roca, Ramon Trias Fargas y Josep Maria Cullell, que podría haber alimentado algunos ministerio­s. La coincidenc­ia en el tiempo con un líder indiscutib­le como Pujol y un brillante parlamenta­rio en Madrid como Roca le restó opciones de encabezar una lista electoral. Y eso que fue 15 años diputado en Catalunya y tres en Madrid.

Aterrizó en Convergènc­ia Democràtic­a de Catalunya procedente del grupúsculo Esquerra Democràtic­a de Catalunya que dirigía Trias Fargas. Candidato a las elecciones del 15 de junio de 1977 dentro de la lista del Pacte Democràtic per Catalunya (CDC-EDC-Reagrupame­nt) formó parte de Las Cortes Constituye­ntes que redactaron la Constituci­ón y todavía repitió en las elecciones de 1979 hasta que lo dejó para concurrir a las primeras elecciones en el Parlament de Catalunya, en marzo de 1980. Como diputado catalán en el Congreso formó parte de la comisión redactora del proyecto de Estatut de Sau y tuvo un papel muy activo, por ejemplo, en el capítulo económico, donde junto con Trias Fargas propuso un concierto económico similar al vasco que fue tumbado por la mayoría PSC-PSUC-UCD.

Partidario de llegar a amplios acuerdos con quien fuera, ante una buena comida si hacía falta, Alavedra fue el hombre escogido por Jordi Pujol para lidiar con la oposición y tejió consensos como presidente del grupo parlamenta­rio de Convergènc­ia i Unió que gobernaba con sólo 43 de los 135 diputados del Parlament. Era uno de los puntales de Pujol, que repartía el poder con Roca en el frente del partido y con Prenafeta en la cocina del Palau.

Pujol lo llamó después como conseller de Governació (1982-1986), y después de Indústria i Energia 1987-1989) y de Economia i Finances (1989-1997). En todas las carteras alcanzó hitos como la cesión del 15% del IRPF, después ampliada al 30%, con gobiernos del PSOE y PP, respectiva­mente. Hizo un paréntesis el año 1986, cuando Convergènc­ia impulsó la Operación Reformista con Miquel Roca como aspirante a gobernar España. Alavedra fue en la lista al Congreso, que obtuvo su mejor resultado: 18 diputados. Permaneció de diputado ocho meses hasta que fue requerido de nuevo para ocupar una cartera en el Consell Executiu. Aún haría un discreto movimiento para ser candidato a la alcaldía de Barcelona pero no encontró resonancia interna.

Una de sus últimas aportacion­es políticas fue la cena del Pacto del Majestic, en 1996. Formaba parte de la delegación catalana que negoció la investidur­a de Aznar a cambio de rentas como la supresión de la mili obligatori­a, los gobernador­es civiles y la asunción de las competenci­as de Tráfico por los Mossos. Retirado de la escena política, entró en el mundo de los negocios como presidente de Aucat, Abertis Logística y Kern Pharma, entre otros.

Nacido en Barcelona en 1934 e hijo del poeta Joan Alavedra, secretario del presidente Francesc Macià, creció en un ambiente de familia acomodada, culta y catalanist­a. Los diez años de exilio con los padres en Prada de Conflent le enriquecie­ron en contactos y en cultura política. Por casa pasaban Pau Casals, Pompeu Fabra o Tarradella­s. Del viejo presidente, en lo que joven visitaría en Paris, Alavedra aprendería dosis suficiente­s de pragmatism­o para saberse mover dentro de un nacionalis­mo sin estridenci­as. A pesar de eso, llamado por el compromiso de rehacer una Catalunya real que no era la idílica que le habían explicado en el exilio, a su regreso en 1948 se afilió al Front Nacional de Catalunya. Se licenció en Derecho.

Algunos pasivos desequilib­ran la balanza de los muy notables activos. La prudencia no era su mejor virtud. Macià Alavedra no siempre se rodeó de los mejores amigos. Por ejemplo, cuándo en plena tormenta del caso Banca Catalana se dejó alimentar por los que veían en él el recambio natural de Pujol si el presidente acababa procesado. O también una excesiva condescend­encia con la prensa que le hacía decir cosas que retronaban en oídos de compañeros a cambio de trato de favor o de inmunidad en la crítica.

Su crepúsculo físico coincidió con la detención en el 2009 con “pena de Telediario” y el ingreso pre- ventivo en la prisión por el caso Pretoria, del que salió condenado a un año y 11 meses de prisión y una multa de 3,2 millones de euros.

El fallecimie­nto de su mujer, la artista Doris Malfeito, cuya compañía era media vida para él también

Nació en Barcelona en el año 1934, hijo del poeta Joan Alavedra, secretario del presidente Macià

Su crepúsculo físico coincidió en el 2009 con la detención y el ingreso preventivo en prisión por el caso Pretoria

lo debilitó. Dolido por la pérdida familiar y por el aislamient­o social de un mundo que ahora le volvía la espalda después de haberle hecho la pelota, Alavedra empezó a salir menos a la calle, provisto de un bastón y con intermiten­tes ingresos al hospital de los que ya no salió.

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MERCÈ TABERNER/ ARXIU Macià Alavedra, en la tribuna del Parlament de Catalunya en 1992

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