Un año después
FÉLIX Sanz Roldán ha admitido, un año después, que el CNI lo podía haber hecho mejor el 1-O. Cualquier día oiremos una voz del anterior gobierno decir palabras similares. Ni en el mejor de los escenarios previstos, el independentismo habría imaginado que se repetiría el 9-N y que el Estado reaccionaría como lo hizo. La imagen de los policías requisando urnas y de los antidisturbios cargando contra familias que sólo pretendían votar fue el peor spot de la marca España. Los corresponsales extranjeros enviaron crónicas que criticaban duramente al gobierno de Rajoy, y el propio Jean-Claude Juncker le reprochó el uso descontrolado de la fuerza. El independentismo ganó la batalla de la imagen por la mala gestión de la jornada. Luego, entró en un tobogán que le llevó a la declaración del 27-O en el Parlament. Y Carles Puigdemont no supo frenar, aunque lo intentó.
Un año después, no están en primera línea ninguno de los protagonistas de aquellos días. Lo sucedido fue un tsunami que acabó llevándose por delante a todos los actores. Unos están en la cárcel, otros se han expatriado y unos terceros han desaparecido de la escena. Los costes han sido altos, también para Catalunya, aunque pudo ser peor. Aún nadie se atreve a hacer serena y objetivamente el control de daños. En España, manda por azar de la historia Pedro Sánchez, con el apoyo matizado de ERC y PDECat. ¿Estamos mejor que hace un año? Al menos, la tensión ha bajado, los gobiernos dialogan, los gestos son constantes. El editorial del día 2-O de este diario concluía con unas palabras que mantenemos: “Dignidad, inteligencia, desinflamación y búsqueda de una vía de salida que pueda ser votada por todos los catalanes. Lo ocurrido es muy grave y se podía haber evitado. Compartimos el dolor y la indignación de muchísimos ciudadanos. Pero a las situaciones complicadas hay que buscarles una salida. No nos dejemos sepultar por el resentimiento”.