Macedonia, sin norte
La baja participación enturbia el referéndum para cambiar el nombre del país
Macedonia se jugó ayer en las urnas el cambio de nombre oficial del país –pasar a llamarse República de Macedonia del Norte– arduamente negociado con la vecina Grecia después de casi 30 años de conflicto. Está en juego bastante más que un nuevo nombre: la llave para entrar en la UE y la OTAN.
Ni siquiera esta promesa fue suficiente para convencer a los macedonios de que vale la pena tragarse el sapo. Aunque era un referéndum consultivo y no vinculante, la baja participación, que se quedó en un 36%, supone todo un revés para el Gobierno del socialdemócrata Zoran Zaev y sus aliados en Europa y Estados Unidos.
El sí a favor del acuerdo con Atenas superó el 90%, pero en este caso la participación era el dato clave, ya que los partidarios del no, que anoche celebraban su victoria, habían pedido mayoritariamente el boicot. Al frente, el presidente de la república, Gjorge Ivanov, que califica el acuerdo de “suicidio histórico” para su país. La derecha nacionalista fue más ambigua y llamó a “decidir con el corazón”, si bien su líder anunció ayer que no iría a votar.
“Las decisiones las toman quienes votan”, dijo ayer Zaev, que ignoró la abstención, celebró la victoria del sí y dijo que esperaba que los diputados nacionalistas “respeten la voluntad democrática de los ciudadanos” y ratifiquen el acuerdo en el Parlamento. Si no, convocará “de inmediato” elecciones anticipadas.
La Constitución fija una participación mínima del 50% para que un referéndum sea válido, aunque no se pronuncia sobre las consultas no vinculantes. Para el Gobierno no era un umbral fácil, en parte porque el censo no se ha actualizado en el último decenio pese a la fuerte ola de emigración, sobre todo de jóvenes, que ha sufrido el país. De los 1,8 millones de votantes registrados, se calcula que entre 300.000 y 400.000 ya no viven en Macedonia. Por eso los opositores al acuerdo tenían su mejor baza en el boicot.
Zaev, sin embargo, no lo tendrá fácil para ampararse en el censo o el tiempo soleado que lucía ayer. Necesitaba un buen resultado para presionar a la oposición y ratificar el acuerdo en el Parlamento, donde debe sumar dos tercios. Confiaba en que un resultado decente, combinado con una continuada presión internacional, lograría romper las filas de la derecha nacionalista, que es el partido más votado.
“El referéndum sólo ha sido un show, la batalla comienza el lunes”, asegura Biljana Vankovska, profesora de la Universidad Santos Cirilo y Metodio de Skopie, firme detractora del acuerdo. “El Gobierno nunca ha contado con el voto de los ciudadanos y ya tiene un plan B para seguir adelante con la ratificación”.
Grecia vetaba el ingreso del país vecino en la UE y la OTAN por considerar que el nombre que se dio al independizarse en 1991 es usurpa su herencia cultural y esconde ambiciones territoriales sobre la provincia griega de Macedonia. El choque de nacionalismos tenía consecuencias geopolíticas. La presión de EE.UU. y la UE, inquietos ante el avance ruso en los Balcanes, fue decisiva para sentar a Skopie y a Atenas a la mesa de negociación. Se han volcado en el referéndum, mientras que Rusia abogó por el boicot. En Macedonia circula un chiste que dice: “¿Sabes dónde puedes encontrar a los ministros alemanes? Si no los encuentras en Berlín, busca en Skopie”. El goteo de visitas internacionales en el mes de septiembre incluye el secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis; la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini; el secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg; la canciller alemana, Angela Merkel, o el canciller austriaco, Sebastian Kurz.
MACEDONIA DEL NORTE
Los detractores del nuevo nombre, que habían pedido el boicot, celebran en Skopie
EL PRIMER MINISTRO
Zaev seguirá con la ratificación y pide respetar “la voluntad democrática”
“Es obvio que la presión internacional ha sido contraproducente. Los ciudadanos no se han dejado engañar con que este voto era sobre la admisión a la OTAN y a la UE”, señala Biljana Vankovska. Lo cierto es que ayer en la papeleta los macedonios no se encontraron con el nuevo nombre de “Macedonia del Norte” sobre el cual estaban votando, sino con una pregunta mucho más alambicada: “¿Apoya la pertenencia a la UE y a la OTAN al aceptar el acuerdo entre Macedonia y Grecia?”.
La profesora atribuye la ambigüedad de la derecha nacionalista a la presión occidental: “Una posición clara sobre el referéndum es un lujo que este partido no se podía permitir, debido a la inmensa presión de la OTAN, la UE y EE.UU., y el legado del antiguo líder (el exprimer ministro) sobre el cual todavía penden serios cargos criminales. Esto ha dejado un gran espacio para que se organizara un gran movimiento de base independiente, que ha logrado una gran victoria teniendo en cuenta la intensidad de la propaganda y la intimidación”, señala.
El primer ministro de Exteriores tras la independencia, Denko Maleski, cree que su país no puede permitirse el lujo de desperdiciar esta oportunidad. “Estamos en un momento muy único y precioso para resolver de una vez un conflicto que dura casi 30 años. Hemos sufrido una crisis durísima, somos uno de los países más pobres de Europa. Si no entramos en la UE, hay poco futuro para nuestros hijos –advierte–. Rusia se alegrará del resultado en el referéndum. Pero lo cierto es que Rusia no tiene ningún interés específico en Macedonia más allá de utilizarnos como moneda para negociar cuestiones más importantes”.
Si todo fracasa, será culpa de la irresponsabilidad del presidente Ivánov y la derecha nacionalista, sostiene Maleski: “Hace años en este país se pactó que si un día había un acuerdo con Grecia se sometería a referéndum. Pero llegado el momento, algunos sólo han encontrado excusas para no participar”.
La derecha nacionalista acusa a Zaev de falta de patriotismo y de venderse a la minoría albanesa, cerca del 25% en un país de mayoría eslava que sufrió una guerra civil hace dos decenios. Zaev, que gobierna con el apoyo del partido albanés, ha impulsado una ley para reconocer el albanés como lengua oficial, pese a que el presidente Ivánov se negó a firmarla.
Zaev necesitaba ayer una movilización de los albaneses, a quienes la cuestión identitaria de “Macedonia” les resulta ajena. “Espero un voto masivo que demuestre la naturaleza multiétnica de este país y su unidad política, no importa de qué partido sean los ciudadanos”, dijo el primer ministro por la mañana.