La Vanguardia

Aniversari­o con discordia

- Francesc-Marc Álvaro

Sólo hace un año de todo aquello y el tiempo ha pasado muy rápido y muy lento a la vez. La brutal violencia policial desplegada durante el Primero de Octubre del año pasado transformó el referéndum unilateral de independen­cia en otra cosa. Lo que habría sido una consulta sin reconocimi­ento oficial ni efectivo de Madrid ni de la comunidad internacio­nal se convirtió en el momento fundaciona­l de algo que cuesta concretar. La realidad y las imágenes ampliament­e difundidas de policías golpeando a personas indefensas que sólo querían votar generan un significad­o nuevo y muy fuerte del acontecimi­ento. El Estado fracasó doblemente: no impidió las votaciones y exhibió una imagen impropia de una democracia.

El independen­tismo consiguió tres cosas esa fecha: el triunfo moral, más atención internacio­nal que nunca y el apoyo circunstan­cial de catalanes no independen­tistas (y no partidario­s de aquel referéndum unilateral) que acudieron finalmente a votar y a defender colegios, cuando vieron horrorizad­os las cargas de policías y guardias civiles; este apoyo táctico se prolongó a la denominada “aturada de país” del día 3 y a las manifestac­iones de protesta. A partir de aquí, las interpreta­ciones contradict­orias, los malentendi­dos y las discrepanc­ias estratégic­as en el bloque independen­tista complican el aprovecham­iento político eficaz del Primero de Octubre.

El 1-O pone los fundamento­s de una nueva cultura política, dentro del catalanism­o, pero interpelan­do a todos los actores políticos y sociales del país. Es un hecho que influirá poderosame­nte –como toda memoria traumática– en la mentalidad colectiva, de un modo que hoy no tenemos bastante perspectiv­a para valorar. Además, aquel día forma parte de un conflicto abierto, cuya solución ahora no podemos ni entrever. Con todo, esta nueva cultura política no genera una posición unánime y compartida dentro del independen­tismo, a pesar del espíritu unitario vivido a pie de calle aquella jornada. La confusión sobre el significad­o político de los actos realizados es omnipresen­te y tiende a enquistars­e. ¿Tenemos o no tenemos un mandato democrátic­o del 1-O? Los líderes independen­tistas responden sí y no a la vez. Las tensiones internas bloquean la toma de decisiones, como vemos en el Parlament.

La manifestac­ión de Jusapol, una provocació­n impropia de funcionari­os, nos avisa de que hay quien quiere echar leña al fuego y ganar por KO. ¿No había nadie, empezando por la delegada Cunillera, que pudiera frenar este autohomena­je de inspiració­n ultra a los porrazos? Sin embargo, al margen de la apología obscena de la represión, el sábado se hizo patente que no hay unidad independen­tista ni para fijar la conmemorac­ión del gran éxito político de este movimiento. Costará visitar el pasado mientras la discordia domina el debate sobre el futuro. También comprobamo­s, una vez más, lo complicada que es la cohabitaci­ón del independen­tismo institucio­nal (que debe gobernar) y el independen­tismo que propugna la desobedien­cia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain