Pequeños pasos
No es difícil de entender que haya muchos ciudadanos en Catalunya que tengan fobia (odio o antipatía intensos por alguien o algo, miedo a alguien o a algo) a la policía estatal y su aparato después de lo ocurrido el 1 de octubre. Es una fobia espontánea que será complicada de eliminar, sobre todo mientras desde el Estado central, en vez de pedir perdón para resolver un conflicto de violencia absolutamente desproporcionado e innecesario, se vaya condecorando a los mandos de los policías que dirigieron semejante barbaridad.
Esta es una fobia que podría desinflarse con un poco de sentido común. Pregunto: ¿alguien en España se siente verdaderamente orgulloso del comportamiento de las fuerzas de seguridad del Estado ese día? Podría contestarme: ¿Y alguien se siente con agallas de premiar algo de ese día? O es que acaso podría haber sido peor, porque sólo pensarlo se me pone la piel de gallina.
Pero esto sólo sería un pequeño paso, ya que la catalanofobia y la españofobia están alimentadas y aposentadas gracias a años de desencuentros, discursos por parte de políticos, dirigentes civiles o algunos articulistas que no tiene ningún interés en que estas dos comunidades se acaben entendiendo o gracias también a campañas en las redes sociales que repiten lo despreciable que es el “contrincante”.
No sé de qué manera, pero lo importante es que se conviva, no que se experimente miedo u odio o aversión o fobia. ¿Alguien está orgulloso por sentir hacia alguien o provocar mediante escritos hacia otros xenofobia, aporofobia, antrofobia, ginofobia, androfobia, españofobia, catalanofobia...? A. GREGORIO-ROCASOLANO Barcelona