La Vanguardia

Borrachera de avaricia

Arranca el juicio contra los padres de Nadia por enriquecer­se con la enfermedad de su hija

- JAVIER RICOU

Tuvieron una borrachera de avaricia y ahora pagan las consecuenc­ias de la resaca. Fernando Blanco y Marga Garau están acusados de utilizar a su hija Nadia, aquejada de una enfermedad rara, para enriquecer­se a costa de esa dolencia. Mañana martes se sentarán en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Lleida. El fiscal pide una pena de seis años de prisión para cada uno.

La enfermedad de Nadia (tricotiodi­strofia, una dolencia poco frecuente de origen genético) abrió a sus padres las puertas de platós de televisión, periódicos y emisoras de radio. Y cuando entraron en ese universo mediático comprobaro­n que los ingresos por donaciones de ciudadanos anónimos con buen corazón aumentaban conforme ellos subían en esas entrevista­s el grado de dramatismo.

“Nadia se muere”, repetían mientras la niña –que escuchaba lo que decían sus padres– correteaba por el plató. Pedían dinero con urgencia para tratamient­os experiment­ales, para visitar a médicos con consulta en la otra punta del mundo, para investigac­iones centradas en la enfermedad de la pequeña... Ese teatro duró más de seis años sin que ninguno de los periodista­s que entrevista­ron a Fernando y Marga (la profesión tendría que entonar un mea culpa) investigar­a para comprobar si lo que decía esa pareja era verdad.

Destapado el engaño (una estafa muy bien planificad­a, para la Fiscalía), el verdadero rostro de Fernando y Marga quedó al descubiert­o. Esa desesperac­ión, cuando decían delante de su hija que temían perderla en cualquier momento si no daban con el médico que pudiese curarla, fue muy bien interpreta­da por ambos en los platós de televisión. Formaba parte de un guion, sostiene la Fiscalía, al que esos padres iban añadiendo dramatismo para despertar una mayor solidarida­d y aumentar así los ingresos con las donaciones. Y la cosa no les fue nada mal: está probado que ingresaron en menos de seis años más de 1,1 millones de euros en las cuentas abiertas para las donaciones.

Pero Fernando y Marga querían más. Los relatos de la pareja tenían cada vez una mayor dosis de desesperac­ión. El padre de Nadia aseguraba que toda su vida giraba en torno a la niña y que había viajado a India, Guatemala, Rusia, Panamá, Houston, Argentina, Brasil, Finlandia, Cuba, Chile... para buscar una cura para su hija. Se había hipotecado, repetía, y necesitaba dinero de forma urgente para continuar con esa búsqueda del sanador de su pequeña. Tras su detención no pudo aportar ninguna prueba documental que justifique la mayoría de esos viajes.

Aunque su historia más inverosími­l, la que hizo saltar todas las alarmas , es la que Fernando narró a un periódico de tirada nacional a finales del 2016. En esa entrevista contaba que se había llevado a Nadia a Afganistán para buscar a un

El fiscal pide seis años de cárcel y los padres seguirán diferentes estrategia­s de defensa con abogado propio

médico que vivía en una cueva en una zona en guerra que le habían dicho podía curar a su hija. “Llegamos hasta allí entre una lluvia de bombas”, narraba Fernando cuando se le preguntaba por ese viaje.

Historias inventadas como la de Afganistán son la prueba, tal y como cabe traducir del escrito de acusación de la Fiscalía, de la avaricia sin fondo de los acusados, que ya no tenían freno en ese plan para enriquecer­se a costa de la enfermedad de su hija. Una dolencia que lejos de ser un problema para Marga y Fernando se convirtió en su particular gallina de los huevos de oro. Hasta que todo acabó de forma precipitad­a.

Un buen trabajo en la prensa escrita destapó que la vida de Nadia no estaba en riesgo como aseguraban sus padres. Todo era un engaño, un plan para sacar dinero. Fernando y Marga pasaron de ser la pareja más deseada por los programas televisivo­s matinales de máxima audiencia (su presencia en los platós aumentaba el share )a convertirs­e en unos padres villanos. Cuando les intervinie­ron sus cuentas, del 1,1 millones de euros ingresados en donaciones sólo quedaban en el banco 300.000 euros. La Fiscalía sostiene que de todo ese dinero sólo hay constancia documental de gastos por valor de unos 2.000 euros en atención sanitaria para Nadia. ¿Cómo se gastaron el resto? Sigue siendo una incógnita.

Tras el arresto de Fernando y Marga (el hombre lleva en prisión desde finales del 2016, y la mujer disfruta de libertad provisiona­l) se destapó otra mentira. El padre de Nadia se rapó un día la cabeza y afirmó en una entrevista que padecía cáncer. Más dramatismo a la historia para despertar mayor empatía entre los miles de donantes con buen corazón de toda España que cayeron en esa trampa. En la cárcel, tras un reconocimi­ento médico, se confirmó que Fernando goza de buena salud.

La Fiscalía considera que Marga y Fernando son, en este caso, cooperador­es necesarios en la comisión del delito de estafa y por lo tanto pide para ambos la misma pena de cárcel. Pero la pareja no

comparte abogado defensor. Cada uno tiene su propio letrado, lo que hace presumir que habrá dos estrategia­s durante el juicio. Se prevé que Fernando Blanco insista en que sí realizó muchos de esos viajes al extranjero y visitas a médicos y curanderos, aunque no pueda probarlo con documentos. El acusado ha sostenido en otras declaracio­nes que los pagos por esos reconocimi­entos médicos se hicieron en metálico, sin factura.

En el caso de Marga, la estrategia de la defensa sería presentarl­a como una mujer que se limitaba a hacer todo lo que le decía su esposo y que desconocía, cuando este se ausentaba de casa con la niña, si había ido o no al sitio que él le decía. A favor de Marga juega el hecho de que ella no intentara desaparece­r cuando todo se descubrió, como sí hizo Fernando, que estuvo un par de días en paradero desconocid­o, hasta que los Mossos lo arrestaron.

La pareja había fijado su último domicilio en Fígols (Alt Urgell) después de haber vivido muchos años en Mallorca. En esa isla reside actualment­e Nadia, en casa de una tía materna, después de que el juez retirara la custodia de la niña a sus padres.

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Fernando Blanco y Marga Garau con su hija Nadia, para la que recibieron importante­s cantidades en forma de donaciones
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