La Vanguardia

Se acabó la farra

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Ya era hora! Después de todas las fiestas de verano y de la propina con la Mercè en Barcelona, Santa Tecla en Tarragona, Misericòrd­ia en Reus y las fiestas de Tardor en Lleida, por mencionar las mayores, los jóvenes ya pueden empezar a centrarse en los estudios, pues el curso ya camina. Y el calor ha disminuido: todo ayuda.

Hace unos cuantos decenios, la gente esperaba ansiosa la llegada de las fiestas patronales. Era la poca gresca disponible y había que aprovechar­la. Como mucho, se alargaba yendo a las fiestas de algún pueblo vecino. A pie, en la mayoría de los casos. He usado la palabra gresca porque tiene una historia curiosa. El castellano la tomó del catalán antiguo greesca –quizá los catalanes medievales eran más tarambanas que los castellano­s–, referido a un “juego afectado por barullos y riñas”, cuenta Joan Coromines. Pero la palabra tiene más historia porque el catalán la heredó del “latín graecsca, que es el femenino de graecscus, ‘propio de los griegos’, por alusión a la fama de un cierto modo de hacer de los griegos”. Coromines no profundiza en cuál era este “modo de hacer de los griegos”, pero da la sensación de que los romanos los debieron considerar gente no tan refinada como ellos o quizá más divertida.

Claro que eso de la gresca ya ha pasado de moda, y ahora parece que es más divertido ir de afterhours –como el hijo de Maricarme– o bien la empalmada –que en la fiesta mayor de mi pueblo tiene un día marcado, pero todos los demás días también se acaba empalmando hasta que sale el sol–. Entre tanta novedad lúdica, aún está muy viva la farra, otra palabra con un recorrido curioso. En los diccionari­os castellano­s no aparece con este sentido hasta principios del siglo XX, cuando se empezó a consignar, pero como voz de uso en Argentina y Chile. Hoy ya no tiene marcas territoria­les, de lo que se deduce un uso extendido. En cambio, los diccionari­os generales catalanes aún no la recogen, aunque las universida­des, tal como explica Obneo en una nota reciente, son amigas de la farra: PompeuFarr­a, UBfarra... Por lo tanto, si estos doctos centros ya le han dado carta de naturaleza, tarde o temprano entrará en el diccionari­o, aunque sea honoris causa.

Con tanto desenfreno, todavía no he explicado de dónde sale la palabra en cuestión. Según apunta el diccionari­o académico español, podría venir del portugués farra –que debió de pasar a Argentina y Chile por contacto con la lengua de los brasileños–, adonde había llegado, supuestame­nte, de un árabe dialectal ferha, que no quería decir otra cosa que fiesta. Coromines aún apunta otra teoría, a partir del vasco farra o parra (risa), y de aquí parranda, pero con esta hipótesis se pierde la conexión sudamerica­na. Y sin los del Cono Sur, la farra ya no es lo mismo.

Con el final de las fiestas patronales, toca centrarse en el curso y empezar a trabajar

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain