La Vanguardia

Batalla insólita

- Enric Sierra

Barcelona asiste a una precampaña electoral insólita. La batalla por la alcaldía de la capital catalana se ha convertido en una cuestión política de primer orden, y la expectació­n creada sólo es comparable, aunque a mucha distancia, a la lucha que protagoniz­aron dos titanes políticos como Pasqual Maragall y Miquel Roca en la campaña municipal de 1995. El combate electoral por la vara de alcalde que viviremos en los próximos meses será excepciona­l. La primera mujer alcaldesa de la historia de la ciudad surgida del movimiento vecinal se batirá con un exprimer ministro de Francia. Sin olvidar que a esta contienda se añadirán los candidatos que intentarán atraer el importante voto independen­tista desde las filas de ERC, la Crida Nacional, la CUP y la candidatur­a que surja de las primarias impulsadas por la ANC. Si todas o la mayoría de estas siglas se presentan por separado, darán una clara ventaja al duelo Colau-Valls. En cambio, pueden tener más opciones de disputar la victoria si logran formar una lista conjunta y convencen a alguna figura político-mediática para que se ponga al frente de la propuesta e intente colocarse en el trío de favoritos. Finalmente, PSC y PP, con muchas dudas internas sobre su estrategia, corren el riesgo de quedar tapados por el ruido que harán los tres grandes frentes mencionado­s.

El candidato Manuel Valls se presentó la semana pasada y provocó un tsunami de reacciones. Pocas veces hemos visto en este mandato un consenso tan amplio entre los partidos municipale­s. Todos, menos Ciudadanos, visualizar­on que Valls es su enemigo político por batir situándolo en el centro de la atención, para agrado del exprimer ministro. “El nano d’Horta”, como se definió Valls en su presentaci­ón oficial, ha tomado ventaja, y no tardaremos en ver el contraataq­ue de sus rivales.

El exprimer ministro francés ha definido las principale­s bases de su propuesta, que pasan por recuperar el orden público en la calle, repensar la ciudad urbanístic­amente, apostar por una alianza metropolit­ana y por reconstrui­r los puentes rotos con los sectores económicos. Todo muy maragallia­no, aunque considere nostálgico este concepto. De momento, quiere dejar en segundo plano el tema identitari­o a pesar de que Ciudadanos, el único partido que le apoya hasta ahora, agita el estandarte de la lucha contra el independen­tismo. Valls ha marcado distancia respecto al discurso de Albert Rivera. En la entrevista de ayer con este diario eran elocuentes frases como “soy moderado y no quiero jugar con radicalism­os o extremismo­s” con relación a la afirmación de la formación naranja de que el castellano está perseguido en Catalunya. Veremos si Valls podrá mantener esta distancia con la beligerant­e política sobre la cuestión catalana de sus principale­s valedores. También es significat­ivo el guiño que hace al PSC recordando que él es de la familia socialista como aval para un posible pacto postelecto­ral. Pero lo más relevante a corto plazo es el acercamien­to que pretende realizar hacia el catalanism­o no independen­tista que en su día representó Unió Democràtic­a de Catalunya y sectores de CDC que hoy vagan en una diáspora. “Quiero hablar a los catalanist­as sin sectarismo”, afirma. Este probableme­nte podría ser el próximo anuncio de apoyo político que tendrá Valls. Atentos.

“El nano d’Horta” busca alianzas con el socialismo desencanta­do y con el catalanism­o de la antigua Unió y CDC

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