La Vanguardia

“Es normal sentir que uno no es normal”

Emma Stone, protagonis­ta de ‘Maniac’

- GABRIEL LERMAN Servicio especial. Nueva York

Aunque alguna vez pasó por la televisión –en Drive, una serie cancelada tras el sexto episodio–, su participac­ión en Maniac,

la nueva propuesta de Netflix que ha dirigido Cary Fukunaga (True detective) parece un debut. Después de llevarse el Oscar gracias a

La La Land y de obtener su cuarta nominación al Globo de Oro con

La batalla de los sexos, todos los ojos están puestos en esta actriz de sólo 29 años que se ha convertido en una de las más solicitada­s de la industria del cine. Si bien más tarde la veremos de nuevo en la pantalla grande con La favorita, el nuevo filme de Yorgos Lanthimos, todos quieren saber que ha llevado a Emma Stone a dejarse seducir por esta serie en la que encarna a una mujer adicta a una pastilla que le permite revivir un accidente una y otra vez sólo para volver a pasar unos minutos con su difunta hermana.

¿Qué le atrajo de Maniac para volver a la televisión?

Cary Fukunaga. Nos conocimos al inicio del proyecto, dos años y medio atrás, cuando él se había enterado de la existencia de la serie noruega y empezó a pensar en una versión norteameri­cana. Yo quería trabajar con él desde hace tiempo porque me parece un director con mucho talento. No me sorprende para nada que le hayan ofrecido rodar la nueva película de Bond. Además la posibilida­d de contar la historia de un personaje en cinco horas en lugar de en dos me pareció un interesant­e desafío. Y para terminar de decidirme, en cierta forma interpreto a cinco personajes, lo cual es muy estimulant­e. A mi me interesa que el material sea bueno, me da lo mismo que sea para cine, televisión o teatro.

De los temas que trata la serie, ¿cual le interesó más?

El final de mi personaje, cuando se pregunta qué es lo normal. Ella dice que todo el mundo tiene que atravesar alguna situación difícil y me parece que es absolutame­nte así. A veces hace falta un remedio para lo que te está pasando, pero todos vivimos el dolor, el trauma, la ansiedad y la depresión. Poder hablar de eso y admitir que a todos nos toca lidiar con la pérdida y el dolor, que es normal sentir que uno no es normal, y que conectarse con los demás puede ser la manera de calmar lo que sentimos, que es mejor que aislarse, me pareció algo maravillos­o y un tema del que es importante hablar. Pero volviendo a Fukunaga, él estuvo muy vinculado con el proyecto, dirigió los 10 episodios, lo cual es muy inusual, porque por lo general las series requieren tanto trabajo que suelen participar varios directores. Por la mañana visitaba locaciones, grababa el resto del día y por la noche trabajaba en los guiones. Era verdaderam­ente incansable.

¿Ha visto la serie noruega en la que se basa Maniac?

No. Creo que nuestra versión es muy diferente de la original, que transcurre en un hospital psiquiátri­co, mientras que nuestra historia es sobre el proceso de prueba de una medicación psiquiátri­ca, o sea que desde un principio tomamos otro rumbo. Lo que se mantuvo fue el concepto de poder transitar por diferentes mundos.

¿Cuál es el concepto de la serie que más le ha gustado?

La idea de explorar que el dolor y los problemas se pueden solucionar con tres pastillas, que podemos pasar por un trauma y luego lo podemos revisitar para poder curarlo, que con eso es suficiente, sin necesidad de hablarlo ni de hacer terapia. Sería maravillos­o poder resolverlo de esa manera. Pero no funciona así.

¿Hay ciencia tras Maniac?

Claro que sí. La esposa de nuestro guionista, Patrick Sommervill­e, es psicoterap­euta y han hablado mucho sobre los diferentes tipos de tratamient­os, tanto freudianos como jungianos. Pero por otro lado, la serie toma todas esas ideas y las combina en el laboratori­o de un delirante, el doctor Mantleray, que de verdad cree que una cura rápida es posible. E insiste todo el tiempo que lo que hace no es terapia, que es medicina.

Como actriz, ¿no es precisamen­te lo que hace, tomar elementos de las profundida­des de su memoria para interpreta­r a un personaje?

Sí, pero todo depende de cada uno. Tengo colegas que dicen que son capaces de imaginar las circunstan­cias que atraviesa su personaje y simplement­e vivirlas, y que no usan para nada sus propias memorias y sentimient­os. Yo no soy capaz de hacer algo así, uso mis propias experienci­as y las aplico de una manera diferente.

¿Es algo terapéutic­o?

Puede serlo pero yo no trato de usarlo de esa manera. Cuando era niña, hacer obras de teatro sí era una experienci­a terapéutic­a. Pero a medida que he ido creciendo me dí cuenta de que el mejor lugar para hacer terapia es el consultori­o de un terapeuta, y que mi trabajo es un buen lugar para explorar mi creativida­d, no para usarlo como catarsis. Aplicar recuerdos a ciertas escenas puede ser catártico, pero también me parece importante concentrar­me en el personaje y en la historia en lugar de tratar de liberarme de un sentimient­o traumático.

¿Cómo hizo para encontrar la volatilida­d de Annie?

Conozco gente como ella, y también sé que hay una parte mía que puede ser así, por eso fue una gran experienci­a darme la libertad de explorarla. Ella es una mujer que explota por cualquier cosa y la adicción juega un papel en que eso ocurra. Es un elemento interesant­e del personaje, sobre todo en comparació­n con Owen (Jonah Hill), que es un hombre que se siente oprimido en la vida y que no expresa sus sentimient­os.

REGRESO A TELEVISIÓN “Quería trabajar con Cary Fukunaga porque es un director con mucho talento”

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EAMONN M. MCCORMACK / GETTY La actriz durante la presentaci­ón de la serie de Netflix en Londres

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