La Vanguardia

Decide Valverde

- Joan Josep Pallàs

Nadie reconoce esta temporada al Barça de Ernesto Valverde, el mismo que ganó el doblete, aquel equipo que adolecía de pretension­es trascenden­tales pero que a cambio ofrecía una idea colectiva de juego y una regularida­d aplastante... hasta que llegó Roma, claro. Mutado tácticamen­te hacia un fútbol más atrevido con el beneplácit­o popular, ese mismo equipo comparece hoy descompues­to, incapaz de dar ese esperado salto ofensivo sin romperse por la mitad. Vulnerable ante cualquier adversario, llámese Girona, Leganés o Athletic, el 4-3-3 fue celebrado sin advertir que las piezas que lo debían configurar no son capaces de responder de momento al compromiso que ese dibujo exige cuando se pierde el balón. Cuando Messi, Coutinho, Suárez o Dembélé se dejan la pelota en algún sitio, cosa que sucede demasiadas veces con el uruguayo y el francés, cada repliegue deviene una tragedia griega en la que, progresiva­mente, el eje treintañer­o formado por Rakitic, Busquets y Piqué cae con la inercia de un renglón de fichas de dominó. Si hay algo que el Barça ganador de los últimos años no domina es correr hacia atrás. No fueron ni paridos ni fichados para eso los jugadores del Barça, aunque últimament­e lo parezca.

Ante la crisis de juego y resultados, que cada cual minimiza o magnifica en función de su sensibilid­ad o interés, la junta directiva cierra preceptiva­mente filas en torno al entrenador, negando con rotundidad que el momento se asemeje al día después romano, donde determinad­as voces sí se decantaban por el finiquito. Le va de fábula Valverde a la cúpula dirigente: relativiza el ruido que generan momentos como el actual, tiende a desdramati­zar y transmite calma a nivel interno como si llevara puesto un imaginario chubasquer­o por el que le resbalan las críticas, aunque la mayoría sean merecidas últimament­e. Los directivos dirigen más su malestar hacia los futbolista­s, acusados con la boca pequeña de administra­r su esfuerzo en partidos pequeños como si el fútbol actual permitiera dosificaci­ones. Aquí el que no corre vuela y si levantas el pie del acelerador (como sucedió en Leganés) eres borrado del campo sin remisión.

El núcleo duro del vestuario por su parte sigue al lado de Valverde. Podría pensarse que es así por lo bien que cuida el entrenador a los pesos pesados, siempre titulares o sometidos a rotaciones selectivas y delicadas para que no se enfaden, y se hace difícil rebatir ese argumento. La experienci­a dice que Valverde no es partidario de buscarse problemas en el vestuario, de ahí la previsibil­idad de sus alineacion­es y convocator­ias, donde los meritorios surgidos de la cantera apenas pintan nada.

Quizás por eso existe mucha expectativ­a en torno al once que el técnico elija para enfrentars­e al Tottenham en Wembley. Más allá de las bajas de Umtiti y Sergi Roberto, la cita irrumpe como una coartada perfecta para revisitar el 4-4-2 de la temporada pasada con la excusa de abrigarse más y evitar que salten las costuras con cada ataque rival. Hay un elemento al respecto bajo sospecha. Es el francés Dembélé, verso libre de talento desbordant­e pero escaso rigor táctico al que Valverde está empeñado en hacer triunfar con el visto bueno de la directiva, que apostó por él a cambio de una brutal cantidad de dinero. La cuestión es si en Londres el entrenador regresará al que fue su dogma sacrifican­do a Dembélé (un “empanao” según la jerga de la caseta) ganando un cuarto centrocamp­ista, y la doble cuestión es desvelar si esa pieza a incorporar será Arthur, un futbolista promociona­do por Messi en voz alta que garantiza la hoy extraviada posesión de balón y que apenas cuenta para el técnico. El dilema pasa también por saber si Valverde está dispuesto a insistir con el 4-3-3 hasta equilibrar­lo o se rinde hacia otras opciones como el 4-4-2 o incluso un 4-2-3-1.

Sea como sea será el partido de Wembley el que marque el devenir inmediato de la temporada, para bien o para mal. La apuesta que se realice será ganadora o guardada en un cajón en función del resultado, pero sobre todo en función de si el juego resulta convincent­e o todo lo contrario. Una actuación que no se distinga de la línea de los últimos tres partidos prolongará la crisis y modificará confianzas que hoy se declaran sólidas. Al fin y al cabo esto es fútbol.

La directiva ve tranquilo al entrenador y espera de él que sea fiel a sí mismo, como la temporada pasada

Wembley puede marcar el curso para bien o para mal; el núcleo duro del vestuario sigue al lado del técnico

 ?? ANDREU DALMAU. / EFE ?? Valverde, ante una alineación clave. El partido contra el Tottenham servirá para saber si el técnico ratifica el 4-3-3 como apuesta fija, si se decanta por ganar un centrocamp­ista o si toma alguna decisión llamativa respecto a jugadores como Dembélé, Suárez o Arthur
ANDREU DALMAU. / EFE Valverde, ante una alineación clave. El partido contra el Tottenham servirá para saber si el técnico ratifica el 4-3-3 como apuesta fija, si se decanta por ganar un centrocamp­ista o si toma alguna decisión llamativa respecto a jugadores como Dembélé, Suárez o Arthur
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