De mantequilla
El Barça sufre en centros, segundas jugadas y a campo abierto
Messi lo dijo bien clarito el sábado en los intestinos del Camp Nou: “No puede ser que recibamos goles todos los partidos. Tenemos que hacernos más fuertes defensivamente”. Los equipos grandes pueden jugar mejor o peor, obtener los triunfos por la vía de la filigrana o de la eficacia pero acostumbran a ser fiables. Sin esa seguridad atrás los cimientos tiemblan y el Barcelona ha encajado ocho goles en siete jornadas. En el mismo tramo de la Liga anterior sólo le habían metido dos. ¿Qué ha cambiado de una temporada a otra para que el equipo tenga que lamentar este déficit? Casi todo. Empezando por el sistema. Valverde se refugió hace un año en el 4-4-2 y ahora, prendado del buen inicio hacia la portería contraria de Dembélé, se ha decantado por el 4-3-3. Un sistema que puede tener los días contados y más teniendo en cuenta el octubre rojo en cuanto al calendario que le espera al Barcelona.
Si en el tramo benévolo de la hoja de ruta sólo ha sumado dos de los últimos nueve puntos ahora le aguardan hasta el final de mes auténticos desafíos. El miércoles juega en Wembley contra el Tottenham, el domingo en Mestalla ante el Valencia y, tras el parón por selecciones recibe consecutivamente al Sevilla (día 20), al Inter (24) y al Real Madrid (28). Cinco partidos en los que si el Barcelona no sube su nivel en todos los terrenos, pero especialmente sin balón, puede ver agravados sus problemas.
Una visión pormenorizada de los tantos recibidos por el Barcelona ofrece distintas conclusiones. El equipo de Valverde sufre en los centros de un costado al otro, en las segundas jugadas y también a campo abierto, cuando le buscan la espalda de sus defensas. Hay jugadores que salen retratados de forma reiterada.
El caso más notorio es del Gerard Piqué, que no vive sus mejores días ni en seguridad ni en rapidez y que trata de arreglarlo con subidas de orgullo al ataque. El catalán ha sido protagonista negativo en cuatro de los últimos cinco goles que ha encajado el Barça. Ante el Girona Stuani se le anticipa en el primer tanto de los de Eusebio y en el segundo es Portu el que le supera en carrera antes de que el balón vuelva a caer a los pies del atacante uruguayo. En Leganés Piqué despejó mal en el 2-1 y le puso la pelota en bandeja a Óscar Rodríguez y el sábado ante el Athletic no se decidió a dar un paso adelante para dejar en fuera de juego a De Marcos.
Claro que en esta acción no fue el único responsable individual porque al que le ganan la espalda, y no es la primera vez, es a Sergi Roberto. El hombre más polivalente de la plantilla, ahora lesionado, tampoco ha arrancado el curso con buen tono. En el primer gol del Huesca y en el del empate del Leganés Roberto no estuvo atento. En uno le sorprenden por arriba y en el otro se le cuelan por su retrovisor. Tampoco Umtiti, que guarda reposo por culpa del cartílago de su rodilla, ha enseñado contundencia. Ni Semedo. Ni Vermaelen en el único día que ha jugado.
Sin embargo, responsabilizar sólo a los defensas no sería justo. Un nuevo repaso a las imágenes da como resultado que los lanzadores o centradores suelen conectar sus servicios totalmente libres de marca. Como ocurrió con Susaeta el sábado tras una segunda jugada en la que el Barça, en grupo, estuvo contemplativo, o con los dos balones largos que envió el Leganés. En este sentido Dembélé y Coutinho, que por edad deberían tener piernas frescas, no serían los hombres que más sacrificio ofrecen.
Ni por arriba ni por abajo. No hay dique de contención.
DÉFICIT COLECTIVO
Piqué y Sergi Roberto salen muy retratados pero la falta de presión a los lanzadores rivales es notoria
OCTUBRE ROJO
El Barcelona visita Wembley y Mestalla y después recibe al Sevilla, al Inter y al Madrid