La Vanguardia

“Millones de jóvenes hoy dudan de su identidad sexual”

- VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET LLUÍS AMIGUET

Nací en São Paulo, donde investigo, y enseño Planificac­ión Urbana en la Universida­d de California en Berkeley. Cada vez menos ciudadanos de las metrópolis viven en familias tradiciona­les. Bolsonarop­uedeganarl­aprimera vuelta, pero no la segunda. Colaboro con Ciudades Globales del Cidob

Cómo están cambiando los ciudadanos de las metrópolis? Los cambios son enormes. Por ejemplo, en los modos de convivir y en la estructura familiar, porque la familia nuclear tradiciona­l ya no es la dominante ni la mayoritari­a. ¿Cuál es el más trascenden­te y global?

Observamos un gran crecimient­o de los grupos LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexual­es). Millones de jóvenes de las ciudades hoy dudan de su identidad sexual.

¿Habla usted de Brasil?

No sólo se pueden apreciar estos cambios en Brasil, donde investigo, también en California. Y es un cambio observable en todas las grandes metrópolis del planeta. Especialme­nte en las periferias, donde vive el 80% de la población.

¿Modern family?

Empezando porque en nuestras encuestas, la gente tiene dudas sobre cómo definirse en su género. Aumentan como nunca quienes se declaran bisexuales, especialme­nte entre quienes antes hubieran dicho ser mujeres, pero también quienes se consideran asexuales.

¿Cada vez menos hombre o mujer?

Las dos categorías tradiciona­les de género ya no son suficiente­s para contener toda la diversidad emergente de identidade­s que observamos en nuestro trabajo de campo. Los humanos nos estamos redefinien­do.

¿No será sólo una moda pasajera?

Yo diría que es una tendencia irreversib­le.

¿Desde cuándo?

Cuando nací, el grueso de los entrevista­dos se declaraban hombre o mujer sin más, y sólo una minoría marginal dudaba o era considerad­o dudoso. Hoy es la gran mayoría la que duda de su identidad de género.

Supongo que se ensancha la infinita diversidad de lo humano.

La humanidad explora sus límites, pero esa exploració­n tiene también una parte desestabil­izadora que provoca reacciones indeseable­s.

¿Como cuáles?

Fíjese en el candidato ultraderec­hista a la presidenci­a del Brasil, Jair Bolsonaro. Uno de los atractivos de su discurso para sus seguidores más reaccionar­ios es su rechazo de la homosexual­idad y del colectivo LGBT. Ha llegado a pedir la castración química de los gais.

También tendrá una gran oposición.

Consigue un 28% de apoyo en las encuestas, pero también un enorme rechazo, por ejemplo entre las mujeres, ya que se ha posicionad­o contra su empoderami­ento. Espero que ese rechazo movilizado, por ejemplo de las mujeres, baste para derrotarlo en la segunda vuelta.

¿La Iglesia católica ya no es influyente?

Retrocede, sobre todo en los barrios marginales, ante el avance de los evangélico­s.

¿Por qué?

Las múltiples iglesias evangélica­s enfatizan la salvación individual frente al comunitari­smo católico, que en Brasil difundió la teología de la liberación católica. Y apoyan a sus fieles con ayuda material: ropa, comida, dinero...

Eso era el corazón del catolicism­o.

También observo cómo la Iglesia católica ha ido simplifica­ndo sus ritos mientras los evangélico­s cada vez los sofisticab­an más.

A veces no hay nada más moderno que la tradición.

Pero estamos investigan­do cómo un porcentaje creciente de mujeres ya no están interesada­s en formar parejas estables ni en el matrimonio.

¿Por qué?

El 60% de esas mujeres de la periferia de São Paulo, que son 20 millones de habitantes, son madres solas que no quieren tener pareja, porque no les compensa.

¿Y pueden permitírse­lo?

Cada vez más, porque casi todas trabajan y la brecha salarial con los varones se está estrechand­o. Además, tienen más estudios y en general están más preparadas que los hombres.

Los padres no deben de ser ejemplares.

Los hombres hace tiempo que han renunciado a encarnar la figura del padre tradiciona­l. Muchos son ya la tercera generación que crece con padre ausente y ellos mismos vuelven a serlo.

¿Por qué no quieren hacer de padres?

Al preguntarl­es sobre sus hijos, dicen que los reconocen, pero que no están preparados para vivir con una mujer y prefieren “su libertad”.

¿Y con quién viven las madres?

Las madres solas comparten vivienda con abuelas, tías y otras madres con las que crían juntas a sus hijos, que cada vez son menos.

¿Cuál es la media?

Hace 50 años, había cinco niños por familia; hoy hay menos de uno. En São Paulo la natalidad es inferior a la tasa de reposición. Las mujeres ya hace tiempo que controlan su fertilidad.

¿Y con quién viven los padres ausentes?

Suelen compartir también su vivienda con otros varones. Estos nuevos hogares obligan a repensar las políticas de vivienda.

¿La violencia en Brasil sigue creciendo?

Sigue siendo demasiado alta. En torno a las 30 muertes al año por cada 100.000 habitantes. Pero la solución de Bolsonaro la dispararía.

¿Quiere aumentar la cifra de policías?

Quiere la venta de armas sin ningún control.

¿No es echar gasolina al fuego?

Es un exmilitar que hace campaña rodeado de rifles. Sólo el baldón de la corrupción del PT, el partido de Lula, le da alguna opción. Pero no superará la segunda vuelta, porque encabeza las encuestas, pero suscita una mayoría abrumadora de rechazo.

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ÀLEX GARCIA
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